MODELO SIN PHOTOSHOP
Yo amo a Lizzy

LizzyPor: Adriana Amado. CrónicaTV nos alerta que faltan 13 días para que empiece la primavera. Y todas las revistas dominicales le hacen coro, recordando que con los inminentes calores las chicas deberíamos pensar en actualizar el guardarropa. Este año son las rayas, el safari y los estampados, dicen todas las revistas que se precian de adelantar las colecciones más sofisticadas. Y no me refiero a las especialmente destinadas a las “consumidoras femeninas”, sino las que vienen con el diario del domingo, que últimamente están más ocupadas en las frivolidades que las Para ti. Y sin ninguna pretensión de realismo informativo nos presentan los atuendos en la percha de unas niñas tísicas de flacas, jovencísimas todas, lejanas irremediablemente de la que podría ser la lectora interesada en un suplemento dominical.

Y eso que este domingo el mismo diario vino a dar cuenta, como gran noticia, que la foto de una modelo californiana de 80 kilos había despertado el interés de la prensa mundial y el beneplácito de las lectoras de la publicación. La imagen apareció en la revista menos pensada, de esas que llenan sus páginas con consejos para diosas improbables, y resultó que la redacción se inundó de mensajes de agradecimiento por incluir en el número de setiembre formas más cercanas a las de las mujeres de la calle. Y la prensa mundial analizó la gracia dándole la altura de la hazaña periodística del año. Considerándolo seriamente, que la revista Glamour publicara las fotos de Lizzy Miller sin photoshop que disimulara sus formas y sus estrías, nos retrotrae a la etapa de la fotografía documental , género en desuso en las revistas de moda y del corazón. Tan inusual es, que los medios no pueden dejar de sentirse un poco escandalizados. Por eso en lugar de repercusión internacional, Clarín habla de “revuelo” por un desnudo que revela formas femeninas, que groseramente describe como “michelines” el diario español ABC. Es que los medios más tradicionales siguen presos de la mirada que determina que una chica como Lizzy es una “mujer obesa“, como publicó el portal Terra. Aunque desde nuestra perspectiva, no sea más que rellenita.

Pero hay que entenderlos: la lealtad de los grandes medios es para con los anunciantes, no con  sus lectores. Por eso cada temporada las revistas nos ofrecen vestidos imponibles, pero que las marcas se empecinan en colocarles a niñas que fotografían lánguidas en sus páginas y a maniquíes imposibles en las vidrieras. Y lo justifican creyendo que es así como nos gustaría vernos. Entonces, cuando el público se manifiesta masivamente a favor de una cantante como Susan Boyle, sin ninguno de los típicos atributos de estrella, o cuando las lectoras de Glamour salen de su letargo para agradecer la única foto de la edición que las identifica, no entienden bien qué pasa. Y tratan de minimizar el hecho, porque si fuera cierto que a pesar de la catarata de promesas asociadas a la delgadez y a la belleza, su público decidiera elegir otra cosa, ¿qué harían? ¿Qué sería de su poder si en lugar de desinflarnos con yogur, como nos hincha la publicidad, decidiéramos que mejor nos comemos los brownies del aviso del noveno piso? Esos sí que te ponen para arriba...

Si no, mirá a Susana, que este año está más flaca pero se le nota que extraña el chocolate más que a una pareja estable. Sin embargo, los medios insisten y nos renuevan cada temporada la frustración de no encontrar talle, a pesar de que ya en agosto nos pusimos a correr en la cinta como un hamster neurótico. Porque la industria sigue proponiendo que la felicidad viene en talle 36. A pesar de que cada tanto, cuando nos preguntan, estamos dispuestas a defender la opinión contraria.

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