CRISTINA FERNÁNDEZ Y MICHELLE BACHELET
Imagen de mujer

Cristina FernándezMichelle BacheletPor: Adriana Amado. Las presidentes de Argentina y Chile se diferencian por algo más que un sombrerito para  visitar al papa. Se parecen, sí, en que las dos estrenaron el mismo cargo ejecutivo con una dificultad que no tendría un hombre: una, la de hacerlo por primera vez en una sociedad machista; la otra, teniendo que remontar el mal antecedente de la otra mujer del mismo partido que había ocupado el cargo. Se diferencian en que una termina con record de confianza de sus gobernados, y la otra se encuentra en la mitad de su gobierno con la opinión pública en contra. En Chile, Bachelet tiene más de un 80 por ciento de popularidad. En Argentina, las últimas encuestas asignan a Fernández alrededor de 20% de imagen positiva. En la encuesta Mitofski, Bachelet lidera la lista de prestigio de mandatarios latinoamericanos junto con da Silva (Brasil) y Funes (El Salvador). Cristina Fernández está entre los últimos tres con Alan García (Perú) y Óscar Arias (Costa Rica). Resultados tan diferentes no pueden asignarse a la misma variable de género.

Las dos son mujeres, sí, pero eligieron formas diferentes de ejercer el poder. Bachelet, socialista, es madre soltera en un país conservador, pero todos la llaman por su apellido. Cristina, peronista, es más reconocida como Kirchner que como Fernández, o se la  llama directamente con el nombre de pila, con la confianza que se toman los argentinos con algunas mujeres públicas. Bachelet es hija de un militar que murió torturado por la dictadura, y ella misma ha sido presa política, pero en su gestión “ha sido símbolo de la resiliencia y la reconciliación”,  afirma la periodista chilena Francisca Skoknic , en un estudio sobre los presidentes latinoamericanos. Otra periodista, Silvina Walger describió a Fernández como “Sabelotodo y agresiva, siempre impresiona como alguien que pierde potencia si no encuentra un enemigo a tiro. La Presidente no conoce las relaciones igualitarias”. Sus críticos acusan a ambas de debilidad, por este ejercicio de liderazgo tan femenino de Bachelet, focalizado en la problemática social de sus conciudadanas. O por no poder despegarse del rol de consorte, para el caso de la presidente argentina.  Las dos no la tuvieron fácil con la prensa, que pide mejores respuestas de ellas y de su equipo. Ambas eligieron la misma solución: el contacto directo. Bachelet, dice el informe, privilegia el contacto “cara a cara” con la ciudadanía, eligiendo un lenguaje simple, sin grandilocuencias, con el que se ganó la confianza de sus gobernados. Fernández también elige los actos con prosélitos o modestos cortes de cinta en el conurbano,  aunque difícilmente les hable a los presentes. Fiel al estilo del “atril asesino” de su antecesor, en el polideportivo de Villa Adelina, dirige un discurso a los acreedores internacionales; así como elige las cumbres internacionales para hablarles, por ejemplo, a los industriales de por acá.  Ambas se acomodan en estereotipos femeninos: la madre protectora, una; la maestra implacable, la otra.

Entendiendo que a las mujeres la apariencia pesa culturalmente más que para los hombres, Skoknic explica que el mayor acierto Bachelet es que “ha logrado superar el gran riesgo de las mujeres políticas, en que la imagen suele ser un tema de preocupación para los medios, poniéndolas en un plano más liviano que el de los hombres. Optando por una vestimenta elegante pero conservadora, con accesorios clásicos y sin grandes cambios de look, Bachelet consigue no distraer la atención del contenido”. Ésta es la diferencia entre usar un sombrero y no usarlo.  La elección de hacerlo lleva el riesgo, como explicó Walger, de que a la Presidente “la vean como una mezcla de aspirante a Miss Belleza y sobrina de Simone de Beauvoir”. Distintas maneras de ser  mujer. Distintos estilos para ejercer el poder.

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