RICARDO FORT DESDE LOS TITULARES
Será que se nos parece

Ricardo FortPor: Adriana Amado. Cuando creíamos que los mediáticos eran cosa del siglo pasado, apareció Ricardo Fort y nos dio conversación para la mesa navideña. El nuevo personaje no es Zulma Lobato, un freak guardado en Crónica TV desde los noventa. Fort es un ciudadano del mundo global, con todos los tics de las clases medias urbanas. Cierto que no es un ciudadano promedio, porque los medios no son espejos de su tiempo. Son más bien zooms ópticos, que al enfocar el rasgo, lo exageran hasta el esperpento. Por estos días, enfocan el mentón de Fort, o el labio operado de Paula Volpe. O los abdominales imposibles de Ricardo, igual de inexplicables que la cara de Lulypop. Es la vida privada de este hombre, explicada desde los titulares que ocuparon los diarios los últimos meses:

·       Es la burguesía nacional, que dejó de ser el piquete de la abundancia, para ser el empresario nacional próspero más allá de las crisis. ¿Otro niño rico que tiene tristeza?

·         Es la inseguridad que preocupa a Fort tanto como a la señora de Lanús o al vecino del country de Pacheco. Sólo que él puede realizar el sueño de ellos del guardaespaldas propio para salir a la calle. Más quisiéramos.

·         Es la pos-adolescencia extendida, de joda nocturna corrida. Total, está todo pago. No sería el primer adulto que por estos días sigue mantenido por sus progenitores

·         Es la intervención desmedida del cuerpo, y a la vez negada. Ya habíamos escuchado de alguna artista testimonial agradecer su apariencia a la comida y el cuidado físico. ¡Nunca una intervención quirúrgica! ¿A qué atribuir los músculos de Fort sino a la barrita de cereal? (que según declara, él importó al país)

·         Es la paternidad más allá de los roles tradicionales que se intentan demorar con leyes retrógradas. Fort viene a demostrar que alquilar un vientre no es una cuestión de leyes, sino de recursos (como lo es el aborto, la adopción, y otras varias cuestiones de la vida íntima).

·         Es la maquinaria de los medios, que se acelera hasta la locura a los primeros puntos de rating. Y que ya no sale a buscar talentos porque hay cientos golpeando la puerta. No hace falta mucho para despertar las audiencias aburridas de Graciela Alfano.
 
Igual que la generación High School Musical, que llena las academias de “comedia musical”, Fort también estudió canto, baile y actuación. Y estuvo esperando años su cuarto de hora de fama. Que le llega ahora, porque Fort es un muchacho del 2000. No hubiera podido ser un mediático en los 90, aunque ya en esa época andaba grabando discos y queriendo ser famoso. El mediático del siglo pasado vivía modestamente de sus apariciones en la televisión, en cambio Fort es anunciante, y si quiere, ahora que sabe que va a ser negocio, puede producir su propio espectáculo. No necesita ir a la tele para comer. Pero, como los otros, necesita de la cámara para vivir. Y lo hace con algún talento, que por escaso muestra lo poco que hay alrededor. Por lo menos, parece que Fort también “habla de corrido”. Y no se avergüenza ni un poquito de sus riqueza, porque considera que tiene todo el derecho del mundo de andar por ahí con el reloj dorado y mostrar su lugar en el mundo. Dice Maffesoli que “La lógica de un conjunto particular se evidencia en la multiplicidad de sus apariencias”. Cualquier similitud de rasgos de Fort con la realidad, es pura coincidencia.

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