INFLACIÓN Y TEORÍA DE LA COMUNICACIÓN |
La moda de pegarle a los medios |
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Lo único que me genera alguna duda es que buena parte de los que hablan suenan como amateurs de la comunicación, que a veces ni siquiera la ejercieron profesionalmente (mucho menos estudiarla sistemáticamente). Es que en estas cuestiones no ocurre como con los médicos y los psicólogos, que para hablar en cámara tienen que mostrar la licencia (especialmente después del caso de la Dra. Rímolo). No hay matrícula pública para los especialistas en comunicación, y si bien a un comunicador no le pedirían opinión sobre el canje de deuda, sí ocurre que un economista se puede despachar sobre los efectos nocivos de los medios como si nada. Lástima que muchos de estos pseudo entendidos usurpen títulos y términos en apariencia técnicos para mandar fruta.
Teorías de la comunicación hay muchas (varias decenas, y muchas incompatibles entre sí) y algunas ofrecen algunos conceptos muy seductores, que se repiten para darle apariencia técnica a lo que es una chantada. Ponele, llaman “análisis crítico de medios” al patrullaje ideológico de periodistas díscolos. O peor, hablan de “agenda de los medios” como si eso fuera una Citanova donde se registran los temas que incomodan al poder. Pues bien, aclaremos de una vez de qué se trata esto, vayamos a lo que dicen los mejores manuales.
Análisis crítico de los medios: Ahora tenemos servicio (bah, servicios, porque son muchos) de análisis de los medios, que incluso se llegan a presentar como “críticos” por su supuesta utilidad para despertar las conciencias adormecidas. Pero un “análisis crítico” para ser tal debe trabajar con todos los medios, y no sólo con los que se quieren ridiculizar. O por lo menos, debe considerar una muestra representativa de un universo total (ese programa/medio, y todos los que se emiten en el mismo momento); las audiencias reales (nadie perdería su tiempo en programa de poca audiencia porque medios que nadie ve no suelen tener ningún efecto, aunque se sintonicen las 24 hs. en los despachos); y otros requisitos técnicos. Los auténticos “análisis críticos” prefieren los resultados comprobables, a los controvertibles. La demostración, a la acusación. Y buscan descubrir otros datos más allá de la “ideología” de un medio o periodista, porque ésa suele ser la variable conocida antes de hacer cualquier estudio. Los resúmenes capciosos de archivo, la animadversión con un articulista, el escrache del que da una explicación distinta a la que el “crítico” hubiera dado, son eso. Apenas eso.
Teoría de la agenda: Otro concepto muy bastardeado en la discusión cotidiana es el de agenda. Sobre todo teniendo en cuenta que la idea viene de una teoría de la comunicación bastante demostrada, con más de seiscientos estudios de campo en todo el mundo. En Argentina hay publicados poquísimos, y no son precisamente sus autores los que están explicando cómo es esto de la agenda. La base de esta teoría es que algunos medios informativos pueden ejercer influencia en la opinión pública pero sólo en ciertas circunstancias, tales como que se mantenga el tema durante un largo plazo (no menos de ocho semanas de manera constante) y que la sociedad en cuestión no tenga información sobre el tema desde su propia experiencia, entre otros. Este último punto es crucial porque está demostrado que los medios no son efectivos para agendar temas o cambiar una opinión en contradicción de la experiencia personal. Ni mil medios te podrían convencer de que hace cero grados cuando el calor es sofocante. Los propios impulsores de la teoría señalan como caso emblemático de imposibilidad de agenda ¡el de la inflación! ¡Justo uno de los temas que algunos acusan por estos días de puro efecto mediático! Es cuando menos curioso que acá pareciera funcionar la teoría justo a la inversa de lo que se demostró hasta ahora. Lástima, de nuevo, que no se conozcan los estudios desde los cuales sacan estas conclusiones, porque por ahí estaríamos reformulando la teoría revolucionariamente.
Pero estas dos no son las únicas. Hay otras mejores… como la que explica por qué creemos que los medios causan estragos en los demás, pero nunca a nosotros (y menos a los esclarecidos que dan cuenta del daño mediático acumulativo en la sociedad). O la que demuestra que elegimos los medios que se nos parecen, por lo tanto es difícil saber si nos modificaron o nos ratificaron las convicciones. Pero demasiada teoría para una sola sentada.
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