PRENSA E INFORMACIÓN
El periodismo ¿no era investigación?

INTERROGANTEPor: Adriana Amado. En Argentina hay libertad de expresión, dicen satisfechos funcionarios que consideran que decir cualquier cosa es ejercicio pleno de ese derecho. En Argentina no hay libertad de expresión dicen indignados ciertos personajes contrariados porque un grupete de informales se la pasa acusándolos de pico, total se puede imputar calamidades sin más pruebas que algún acusador de oficio. Pero entonces, ¿hay o no hay libertad? Por empezar, ninguno parece estar hablando del derecho constitucional que amparan las más altas Cortes internacionales. Expresarse indiscriminadamente no siempre significa respetar el derecho a la información. Antes bien, podría significar un abuso a este derecho si la opinión no se fundamenta en información.  ¿Qué tan libre es alguien que opina sobre algo que no conoce completamente? ¿Qué libertad es la de escuchar lo que alguien quiere decir sin posibilidad de preguntar lo que uno necesita saber?

En un reciente seminario celebrado en la Universidad Federal de Santa Catarina periodistas y académicos de Brasil y Argentina se reunieron para discutir la investigación en el periodismo y en la academia. Una de las conclusiones es que mucha información no significa estar informado. Más aún, cuanto mayor es la disponibilidad de datos, mayor es la necesidad de alguien que pueda validarlos con rigor crítico, como planteó el periodista José Roberto Toledo, del diario O Estado de S. Paulo. Eduardo Blaunstein, de Miradas al sur, remarcó que más bien se sigue prefiriendo la espectacularidad y el reduccionismo. Encontrar en la computadora informaciones contrapuestas, escuchar una explicación en casa y otra muy diferente en la radio que está escuchando el taxista, no nos da la pluralidad de voces que Washington Uranga, de la UNLP y Página 12, señalaba como camino para acercar el periodismo a la ciudadanía. Si las versiones son tendenciosas, propagandísticas, incomprobables, especulativas, unas y otras se relativizan entre sí dando un juego de suma cero. Demasiada mala información es desinformación.

Tampoco que no haya que lamentar ataques graves a la prensa es un indicador de que haya plena libertad para informar. Es cierto que en los dos países las agresiones directas a los periodistas son escasas, pero suponer que solo los índices de asesinatos dan cuenta de las amenazas es desconocer que en el siglo XXI el poder ha sofisticado las formas de coacción.  Brasil y Argentina están entre los diez países del continente que concentran las tres cuartas partes de las denuncias presentadas ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos en la última década. Brasil está en el puesto noveno, pero es el primer país del continente en casos de censura con un cuarto del total de casos. Argentina, puesto séptimo, es el primero en denuncias por dificultades de acceso a la información y tercero, después de Venezuela y Cuba, en casos de uso abusivo del poder público. Sin embargo, en los diez años revisados, ambos países solo tienen una denuncia por falta de pluralismo y diversidad de opinión, aspecto que ha sido la principal acusación hacia el “sistema de medios concentrados”.  ¿Dónde están las peores limitaciones a la libertad de informar? Cláudio Júlio Tognolli de la Universidad de S. Paulo mencionó que en Brasil en apenas cinco años el número de periodistas procesados judicialmente  pasó de dos mil a cinco mil. Esa amenaza latente de padecer un juicio sumada a la falta de tiempo y recursos lleva al periodista, según Tognolli,  a preferir la transcripción de lo que viene de las fuentes oficiales. Con esta perspectiva sería más fácil entender por qué las noticias del Inadi hasta hace poquito traían los logros gacetillados de la organización y solo nos enteramos de las profundas desavenencias internas no por investigación sino porque uno de los involucrados decidió usar la prensa para develar lo que antes ocultaban. Si se suma a las dificultades de acceder a datos de rendición de cuentas públicas, se entiende mejor también por que recién cuando la plata ya estaba mal gastada nos enteramos que las cosas no se estaban haciendo bien. Ya no te digo los medios “hegemónicos”, que tantas veces Hebe de Bonaffini acusó de desinformadores, pero la prensa “nacional y popular” bien le podría haber evitado el disgusto a la líder social si hubiera mirado la fundación con la mirada del periodismo del tan alabado y homenajeado Rodolfo Walsh. ¿Qué? ¿El periodismo militante no considera la investigación? El periodista Sebastián Lacunza, de Ámbito Financiero, preguntó a los asistentes en el encuentro si puede haber un periodismo que no sea investigación, mientras mostraba la tapa de un diario que aseguraba que mejoraba la clase media y la de otro que el mismo día aseguraba lo contrario. Al respecto, Angelina Nunes, del diario O Globo, señaló que el que se queda en la comodidad de los comunicados de prensa hace apenas periodismo declarativo, que es lo contrario a aquel que trabaja con datos y ofrece algo que no fue dicho por alguien. Solo eso es periodismo en tanto investigación. Lo otro, eso de opinar con tonito despectivo sobre lo que se leyó o escuchó por ahí, es apenas periodismo de indignación.

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