SOBRE LOS DATOS DE UNA ENCUESTA/
Periodismo condicionado

ojo periodismo/Por: Adriana Amado. Mucho hablamos de medios. Más hablamos de periodistas. Particularmente estos días en que los hechos de impacto no dan tregua y se prestan para los señalamientos y las críticas impiadosas. Pero ¿cuánto sabemos de medios? ¿Qué datos tenemos de dónde se ven, quiénes los leen? Y más precisamente, ¿qué sabemos de los periodistas? ¿Qué, de cómo trabajan, quiénes los financian, qué recursos tienen para informarnos? Porque últimamente hay mucho análisis de mensajes, pero ¿alguien aporta datos de fondo? ¿Alguien quiere saber algo sobre el periodismo?

Acaba de salir una encuesta de Fopea sobre la actividad periodística argentina. Y a muchos parece que no les gustó. Porque no les gusta Fopea. Porque no les gusta el que fue elegido por sus colegas como el periodista más admirado. Porque no les preguntaron. Porque les preguntaron y se negaron a responder. La cuestión es que todavía no apareció el debate con argumentos distintos a los que se usan para discutir cualquier cosa en los últimos tiempos: sí porque sí, no porque no. Sí porque banco la causa. No porque la desprecio. O sea, apenas discusiones ad hominen, esas que se resuelven por la cara del sujeto, en lugar de por datos, ideas, preguntas. Y eso que la encuesta plantea cuestiones de cierta urgencia.

Por caso, que la principal preocupación de los periodistas encuestados es el nivel salarial de la profesión. Y acá importa poco si la encuesta está bien o mal hecha sino cuánto gana hoy un periodista. Muchos de ellos, menos que un maestro. Lo confirma otra encuesta, realizada por la periodista peruana @esthervargasc, que nos equipara a los periodistas latinoamericanos: el 38.4% gana menos de 500 dólares al mes y el 37.8% menos de 1,000 dólares. De los editores argentinos, es decir, aquellos que tienen gente a su cargo y la responsabilidad de su sección, la mitad gana menos de U$ 1.500, como en Colombia, El Salvador, Ecuador, México y Perú. Se entiende, entonces, por qué el 50% de los encuestados declara tener otros trabajos (de una muestra cuya mayoría tiene estudios universitarios y entre 11 y 20 años en la profesión). Como ser buscar ingresos complementarios, como auspicios o publicidad. Con lo que resulta que no siempre el que paga los servicios del periodista es el dueño del medio en el que escribe.

La encuesta confirma las sospechas y acusaciones hacia los medios (que los indignados llaman “hegemónicos”, pero que en la encuesta corresponden también a las Pymes) cuando dice que el periodismo argentino es condicionado (58%) y complaciente (12%). Les confirma también que ni siquiera los mismos periodistas creen ser independientes, condición que solo mencionó el 2% de los 943 periodistas que respondieron. Debe ser porque al 91% le constan actitudes no éticas de sus colegas. En ese sentido, los resultados de la encuesta de Fopea parecen bastante sinceros cuando dicen que el nivel de credibilidad de los periodistas argentinos es medio (63%), tirando para bajo (27%). Es raro que los medios que más criticaron la encuesta sean aquellos  que venían señalando lo que la encuesta afirma.

Un trabajo sistemático sobre cultura periodística es el que desarrolla la red mundial Worlds of journalism, conformada por investigadores y universidades de prestigio. La última investigación comprendió dieciocho países y señala que en todos existe una brecha entre el condicionamiento percibido y la autonomía real del periodista. Y que las influencias económicas y las presiones de los propietarios no parecen preocuparles tanto como las dificultades cotidianas para hacer su tarea. Mientras muchos siguen escandalizados por la lista de referentes de la profesión, o tratando de develar lo que dicen tapas de diarios que ya leímos todos, informan poco sobre los mecanismos de cooptación, de autocensura, de presiones del poder en todas sus formas, la precariedad del trabajo periodístico y sus magras retribuciones. Las acusaciones y agresiones, aun las verbales, hacia los periodistas poco contribuyen a generar un ambiente más transparente y más propicio para informar. Porque por más que repitan que hay mucha libertad para hacerlo, no hay ninguna investigación que lo confirme fehacientemente. Más bien, los pocos datos que aparecen insisten en decir que, por estos días, no es fácil ser periodista en Argentina.

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