SE ABRE EL DEBATE
La verdad incomoda

Mario PergoliniEntrevista a Charly en La Cornisa e inmediatamente en TVRPor: Luis Majul. Las imágenes robadas por TVR de la entrevista exclusiva con Charly García que nos costó tanto lograr sirvieron para disparar un debate apasionante, por encima de las chicanas personales. También por encima de los golpes bajos que intentaron aplicar ciertos ventrílocuos de Diego Gvirtz. Las preguntas incomodan a toda la industria de la televisión argentina, porque intentan poner un poco de sentido común ante tanto abuso disfrazado de creatividad.

Preguntas incómodas

¿Es lícito y ético levantar imágenes de producciones originales tapando el logo del programa y del canal?

¿Es serio mezclarlas con otras imágenes para confundir y manipular el sentido de un reportaje, una afirmación, y presentarlas como si fueran propias?

¿Por qué el plagio de textos aparece tan claro y el robo de la producción audiovisual se quieren disfrazar de creatividad?

¿Por qué ningún programa de tevé argentino basado en el uso de imágenes de otros programas se puede exportar a otros países como formato original?

Respuestas sencillas

A los que piensan que en la Argentina nada debe cambiar porque todo el mundo roba ideas y contenidos -y eso es de uso y costumbre-, les propongo que imaginen como se sentirían después de escribir un libro, una obra de teatro, una canción, una película o un programa de televisión y verlo luego reproducido, total o parcialmente, por alguien cuya única originalidad es ponerlo en otro envase. (Con otra música, otro logo y un par de artistas de variedades más o menos histriónicos que presentan a esa producción original segundos después de recomendar una marca de vinos o “vender” lo bueno que es el combustible de una petrolera multinacional).

Casos ejemplares

La versión española de CQC no puede reproducir el Top Five, salvo excepciones. En España, usar imágenes de otros programas sin pedir permiso y sin pagar derechos es considerado un delito y sale demasiado caro.

Ningún canal de televisión, ni siquiera de la propia cadena, puede usar los goles del campeonato de fútbol local antes ni durante la transmisión de Fútbol de Primera, por Canal 13. Se trata del mismo canal que intimó a Youtube porque sus directivos no quieren que bajen los contenidos de esa emisora para semejante vidriera ciberespacial.

La autora de Harry Potter,  J K Rowling, firma contratos muy estrictos contra los que pretenden colgarse de su éxito. Y no sólo contra los piratas menos sofisticados. También para que las distintas editoriales del mundo no se apropien indebidamente de su trabajo ni lo deformen, ni lo manipulen.

Jorge Bucay, un psiquiatra argentino que se hizo millonario con la venta de libros y llegó a conducir programas de televisión, hizo trizas su reputación y su negocio después de ser acusado de robar ideas y párrafos originales de otros libros y artículos. Apropiaciones que, comparadas con lo que perpetran algunos “programas de archivo” de la televisión nacional, parecen un chiste de salón.

Meses después de la salida de Los Dueños de la Argentina (La cara oculta de los negocios), una revista reprodujo ciento setenta y ocho párrafos textuales, y los diseminó en diversas notas que casi siempre se transformaron en la tapa. El uso de aquel texto hizo que el semanario vendiera muchos ejemplares. Entonces no inicié juicio, pero pedí a mis colegas con amabilidad y firmeza que dejaran de insistir con ese método.

El argumento que uno de ellos usó para enmascarar el uso indebido del material fue que su publicación incrementaría la venta del libro.

En efecto, Los Dueños de la Argentina I y II todavía siguen siendo dos de los libros periodísticos de mayor venta en el país. Pero la decisión de autorizar la copia de su contenido es potestad del autor y de la editorial. Es decir: de los dueños de los derechos.

Que disfracen el robo de favor es otro mal chiste, industria nacional.

(Puedo seguir viviendo sin que ciertos programas “levanten” imágenes y audios de cualquiera de los programas de los que participo. Como seguí viviendo hasta ahora a pesar de la constante campaña de Gvirtz por presentarme como alguien distinto a lo que soy).

Las máscaras de la verdad

Como ya se dijo, Gvirtz ordenó a sus ventrílocuos que tomaran la manguera para apagar el incendio.

Entonces uno de ellos afirmó, en serio, lo que repiten en el aire, pero en broma: que TVR era un noticiero, pero con noticias de la televisión.

Por más ganas que se le ponga a la idea, es obvio que los noticieros generan material propio, que recogen con sus propias cámaras, y que emiten otros materiales que obtienen de cadenas internacionales o locales, previo acuerdo o pago de derechos.

A veces también recogen material original de otros programas, pero es obvio que no es esa la base de su producción.

Casos particulares y extremos

En la Argentina y en el mundo, se reproducen textos e imágenes previo acuerdo de las partes.

Nadie, excepto algunos quisquillosos, se niega a la cesión limitada de material ni el editor responsable de tu editorial o incluso un compañero de trabajo si te lo pide. Pero una cosa es la gentileza y otra es el apropiarse de lo ajeno.

Ahora llevemos al extremo el razonamiento de quienes sostienen que está todo bien. ¿Sería una solución creativa y original o un robo que, por ejemplo, el próximo domingo, en Tres Poderes, nos engancháramos a la señal de Canal 13 y emitiéramos Fútbol de Primera?. Ojo, como sostienen los “expertos”, no sería una copia burda: la “caja” sería la de nuestro programa  y usaríamos la mejor música y el mejor diseño de imagen para que quedara bien claro que no se trata de la producción original de Torneos y Competencias, sino de una brillante idea de un programa periodístico al que le importa mostrar como funciona el poder. Lo mismo, pero con otra excusa, podríamos hacer con Gran Hermano, si llevamos los argumentos de quienes justifican el arrebato.

Ideas, se necesitan

Esto no es un problema personal, aunque la polémica televisada confunda a los desprevenidos.

Tampoco formo parte de una conspiración contra nadie, ni me conmueve la guerra de los canales.

Con Mario Pergolini está todo bien, pero los que nos conocen saben que pensamos distinto en muchos asuntos, y que no siempre estoy de acuerdo con las cosas que dice y las que hace.

Lo que sí me parece urgente es derribar algunos mitos.

Uno dice que Diego Gvirtz no roba, porque es creativo y original.

La verdadera historia demuestra lo contrario.

Él produjo Paf!, un PNP con panelistas, y trabajó en ese formato con Jorge Rial, Lucho Avilés y Mauro Viale, personajes a los que ahora destroza para sobreactuar lo que el pasado no puede borrar.

Hizo Sushi con champán, y fracasó en el intento.

Manejó Argentinos por su nombre durante la peor etapa de ese programa, ahora mejorado con la realización de Mandarina, la productora conducida por Andy Kusnetzoff, Mariano Chihade y Juan Cruz Ávila.

Para no aburrir: los productos que sobreviven son los que se basan en la utilización de material de otros programas. Y sobreviven con la condición de no hostigar a otros programas del mismo canal, como los de Marcelo Tinelli.

Daños colaterales

Quizá no sea esto tan importante como el daño que le harán a la industria, a mediano y largo plazo.

Si el corazón de la televisión late en base a la copia de unos pocos programas, cada vez habrá menos producción original, menos ideas nuevas y, por supuesto, menos trabajo, de menor calidad y peor remunerado.

Por eso, una vez más, hay que dejar de lado las cuestiones personales, y mirar más allá de los egos.

Convocatoria

A todos los integrantes de la Cámara de Productores Independientes de la que formo parte, y de la que llamaron para decir que estaban de acuerdo con plantear el debate, los invito a discutirlo en la propia CAPIT, cuanto antes. Sin chicanas y con sentido común.

Sé que algunos tienen miedo a las “represalias” que pueda tomar Gvirtz contra los que no piensan como él.

A ellos les recuerdo que algunos muertos que intenta matar gozan de buena salud. Que las mentiras tienen patas cortas. Y que mucha gente, incluso la que no está pendiente de las miserias del mundo de la televisión, ya se empezó a dar cuenta que ciertos sujetos no utilizan la pantalla para informar, dar un servicio o entretener, sino como un arma para evitar que le tiren abajo la careta de buenos y geniales tipos.

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