TRAS EL MOTÍN EN PENAL DE SANTIAGO DEL ESTERO
"Es más barato si los presos mueren en un incendio que pegarles un tiro a cada uno"

Por Hipercrítico. Entrevista de Luis Majul a María del Carmen Verdú, abogada de la Coordinadora Contra la Represión Policial e Institucional (CORREPI), quien formuló duras críticas a la política penitenciaria del Estado y acusó al gobierno de Kirchner de haber "batido todos los récords en materia de represión institucional". (Espíritu Crítico, La Red AM 910)

Luis Majul.: A muy pocas horas de esta tragedia anunciada en Santiago del Estero, ¿cuál es su lectura?

María del Carmen Verdú: Si usted recuerda, para esta época del año pasado, cuando hicimos la actualización del archivo de personas asesinadas por las fuerzas de seguridad del Estado en Plaza de Mayo, los números nos decían que el Estado argentino estaba matando una persona, día por medio, a través del gatillo fácil o en cárceles y comisarías. Entre estas últimas, fueron como resultado de la aplicación de torturas, o de situaciones como la que acaba de ocurrir en Santiago del Estero. Lo tuvimos en Magdalena, lo tuvimos en Coronda, lo tuvimos en General San Martín, Córdoba: no son aisladas ni son casuales estas circunstancias. Y no son tragedias: no son otra cosa que masacres. Como tampoco es una situación accidental que treinta y tres presos murieran calcinados en Magdalena hace dos años atrás.

L.M.: Si, está clara la opinión. Las razones son que usted siente que hay algo premeditado o que hay un sistema, una estructura, que facilita este tipo de cosas.

M.dC.V.: No, no se trata de lo que yo sienta, sino del análisis sistemático que hacemos nosotros sobre los datos concretos. El 14 de diciembre vamos a presentar el archivo de este año y todo señala que las cifras han aumentado aun más en este último año de gobierno kirchnerista, que dicho sea de paso ha batido todos los récords en materia de represión institucional en todos los aspectos. Cuando decía que una persona día por medio es asesinada por el Estado, el cuarenta por ciento de esa cifra corresponde a gatillo fácil y el otro cuarenta por ciento corresponde a muertes de personas detenidas legal o ilegalmente en cárceles o en comisarías. En cualquier cárcel las condiciones de habitabilidad, de alojamiento, son de tal grado de salvajismo que hasta cada tanto los propios organismos del Estado, defensores oficiales, comisiones de la memoria, tienen que horrorizarse y sacar algún informe diciendo que "esto no puede ser", como si lo hubieran hecho los marcianos. Es indudable que estamos hablando de políticas de Estado, de "mejor enterrémoslo, tiremos la llave y esperemos que se mueran", porque es más barato que se mueran con un incendio que si hay que pegarle un tiro a cada uno: las balas cuestan.


Gustavo Carabajal: Maria del Carmen, ¿cuál es el estado de las cárceles? No tienen sistema de seguridad contra incendios, las mangueras no funcionan, ¿el Estado no hace nada con esto?

M.dC.V.: Yo diría que con el hecho de Magdalena esto se probó de manera terminante. Pero ojo, porque acá no sólo estamos hablando de lo que sabemos, que no hay extintores de incendio: en la causa de Magdalena se probó, por ejemplo, que la última carga de los matafuegos se había hecho no sé cuántos millones de años antes, pero sí se habían cobrado cargas intermedias que nunca habían sido practicadas. Es decir, volvemos a aquella dualidad que señalaba ya en la década del cincuenta Rodolfo Walsh, refiriéndose a la policía pero plenamente aplicable al conjunto de las fuerzas de seguridad: él hablaba que la "secta del gatillo" también es la "logia de los dedos en la lata", explicando de qué forma la represión y la corrupción son dos caras de una misma moneda. No es sólo esa “desaprensión”. Recordemos que en Magdalena, cuando los internos de los otros pabellones intentaban arriesgar sus vidas para entrar al calabozo en llamas e intentar rescatar a sus compañeros, los guardia cárceles les dispararon. Hay gente que está herida con balas de goma y esto está acreditado en el expediente. Lo dicen los informes médicos, porque no sólo los dejaron morir a los treinta y tres que se quemaron, sino que dispararon contra aquellos que querían rescatar. Y es cuando esto toma un verdadero viso de política de Estado.