votos y medios

Por Adriana Amado - @Lady__AA No importa que estas elecciones hayan mostrado, una vez más, que las motivaciones de los votos nunca son únicas, y que el desempeño de los candidatos no guarda una relación directa y unánime con la acción de los medios. Para el fundamentalista de la manipulación mediática todo conduce a una única causa, que generalmente funciona para el adversario pero nunca para ellos. No importa que los resultados confirmen que los fundamentalistas de teorías de la comunicación anacrónicas las usan solo para justificar sus fracasos. Los mismos que denunciaban que no se cumplieron las profecías de fraude que alentaban algunos medios, insisten en que esos mismos medios movieron la aguja de los resultados. Insisten en que el pueblo es soberano cuando los elige, pero es un pelele cuando vota a cualquier otro y un estúpido irrecuperable para elegir canal de televisión.

 

Prefieren seguir pensando que son los medios los que eligen a sus públicos y no a la inversa. Los resultados de la interna del cable que @MoskitaMuertaOk difundía a las 21:55 arrojaban los siguientes guarismos: @todonoticias, 7.3; @c5n, 3; @cronicatv2, 1.7; @canal26noticias 0.9; @a24com, 0.7. Si hubiera que trasladar esa preferencia a los resultados electorales se comprobaría la vieja ley de los efectos que sostiene que no son todos los que están ni están todos los que son.
Tampoco hay una relación directa y demostrable entre los avisos y los resultados. Esta vuelta, el que más propaganda pasó, más perdió. No hubo partido que tuviera más publicidad y difusión de eventos que el oficialismo, que multiplicó por dieciséis lo que gastaba en 2003, para agregar apenas unos puntos al capital electoral con el que empezó entonces. En el otro extremo de modestia de recursos están los partidos de la izquierda, que todos tuvieron sus segundos de fama o su “acceso democrático” a los medios, como se los llama desde el poder. De todos, solo el Frente de izquierda pudo capitalizar el voto de esta franja y no por los avisos de unas pocas semanas sino por un trabajo sostenido y percibido en las bases que los apoyaron. Las elecciones empiezan mucho antes que el horario electoral gratuito.

Si los partidos que decidieron prescindir de la decisión ciudadana para sus internas hubieran aceptado las reglas de la ley que ellos mismos votaron hace tan poco, seguramente sus fuerzas hubieran aglutinado votos y no tendrían que andar por ahí mostrando en qué distrito pasaron del cuarto al tercio de electores. Que de estos guarismos estamos hablando esta semana para ver quién se estaría quedando con el apoyo popular. Paradójicamente el que iba solo y creía que eso lo hacía ganador en su fuerza, anda por ahí, buscando victorias en cualquier indicio. O peor, acusando de manipulados a muchos que los habían votado apenas hace dos años.

La sobrestimación de los medios y de la palabra llevó a que nunca antes en la historia argentina los medios recibieran tanto dinero público en concepto de pauta publicitaria. A pesar de que la controversia entre prensa y poder llega a niveles absurdos, nunca antes los empresarios de medios recibieron tanto financiamiento del sector público como en esta década. La cuestión es que ese dinero sale sin razones técnicas que lo justifiquen y entra sin resultados exigibles. Suponen que la caída de aceptación pública se compensa con avisos publicitarios. En el siglo en que especialistas como Manuel Castells investigan las nuevas formas de construcción del poder y aportan evidencias tangibles de que no pasa por las imágenes, los políticos argentinos gastan sus magros esfuerzos en producir comerciales que nadie ve y los oficialismos dispensan nuestros dineros en propaganda que solo creen los convencidos.

Que la ciudadanía haya premiado con una sorpresiva base de apoyo a los partidos que decidieron cumplir cabalmente con el espíritu de la ley y dar una interna muestra que la gente está más preparada para ejercer la democracia representativa que sus dirigentes. Y acá también hay prueba de que la ciudadanía no compró la idea que el periodismo zonzo repetía a coro con muchos políticos de que esta elección era una encuesta anticipada de las legislativas de octubre. Mientras la prensa solo se ocupaba de las peleas internas como si en lugar de precandidatos de una legislativa se tratara de las vedetongas de Carlos Paz peleando por el cartel, la ciudadanía expresaba mayoritariamente en las encuestas previas que no entendía de qué estaban hablando. Algunos leyeron en esto desinterés en las elecciones. Esos se perdieron de enterarse de que muchos nos dimos cuenta de que eso de lo que hablaban los medios no eran las elecciones.

Otra necedad que todo el periodismo repite solo porque la dice el poder es que en 2011 el oficialismo obtuvo una mayoría absoluta, cuando los números muestran que obtuvieron la primera minoría del total del padrón, igual que en 2013. Ciudadanos son todos los que están en condiciones de votar y no los dos tercios que asisten a los comicios, cifra pobre para un sistema de voto obligatorio que no exige trámite previo. Que después de treinta años de democracia, cada elección confirme un treinta por ciento de gente que o no vota o vota en blanco nos habla de un fracaso que solo sirve para engordar el porcentaje del que sale primero. Por eso no entiendo esa frase hecha que repiten por igual candidatos y periodistas cada domingo de elección cuando lo califican de “fiesta de la democracia”. A menos que estén acostumbrados a que cuando festejan algo, les falten un tercio de los invitados.