cristina en la favaloro

Por Adriana Amado - @Lady__AA Una prueba de que nuestros debates públicos no sirven para mucho (o que no son auténticos debates) es que nunca antes como estos años se discutió el tema de la enfermedad de los presidentes. Y nunca se avanzó tan poco en el asunto. Todavía no pasó un año de que la Alianza Regional por la Libre Expresión e Información difundiera un informe llamado, precisamente, “Acceso a la Información de la Salud de los Jefes de Estado”, con detalle de los casos más conocidos de enfermedades presidenciales y la información a la que accedió la ciudadanía. Un capítulo especial mereció Argentina, al punto que se inicia el texto con unas declaraciones de Cristina Fernández hechas luego de su intervención quirúrgica de diciembre de 2011, que merecen repasarse en el momento en que se recupera de su segunda operación:

 

-Yo me acordaba del episodio de lo que había sufrido Néstor en el año 2004. ¿Se acuerdan? Cuando tuvo aquél episodio que lo debimos que internar y la verdad que, bueno, hubo una cierta desinformación de lo que le estaba pasando en ese momento a él. Él me había pedido que nadie lo viera como estaba; y yo dije: ‘Ni muerta te van a ver. Quedáte tranquilo, porque solamente muerta te ven’. Y me acuerdo que una periodista después cuando informamos, después de dos o tres días, me dijo: ‘
-Bueno, ¿pero Usted, por qué no informó Ud.?...
-Bueno porque…
-El Presidente…
-Bueno, sí, pero antes que el Presidente… es mi marido’, me acuerdo que le contesté. Y bueno, después dije: ‘No, la verdad es que uno debe informar paso a paso lo que le pasa a la salud del Presidente porque es una cuestión de Estado y porque la gente lo debe saber’.

En un contexto donde comentarios acerca de la vestimenta presidencial son tomados como amenazas a la democracia puede entenderse el tabú que representa el cuerpo presidencial. De hecho, para muchos es sacrílego mostrar ese cuerpo sin maquillaje o con los efectos del malestar físico. Es curioso pero son los mismos para quienes es legítimo intervenir el rostro presidencial con Photoshop para iluminar la mirada o dibujarle una escafandra para crear un sello para la papelería partidaria. Para ellos, no fue conveniente que la ciudadanía viera el rostro de un mandatario en su velatorio como no lo es que se vea a la presidente ingresando en lugares donde la humanidad del físico nos iguala.

Lo cierto es que la disponibilidad de información e imágenes de los mandatarios suele ser inversamente proporcional a la inquietud por conocer su estado. Cuanta más preocupación pueda haber por su situación, menos datos hay. Esta sequía informativa parece mayor porque la ciudadanía viene de una época de superabundancia de viñetas electorales, pletóricas de actividades y declaraciones. Entonces, ¿de qué se habla cuando la máxima autoridad del país está en una institución de salud y no hay mucho más que unos escuetos partes oficiales?:

·Justamente, de los comunicados oficiales, que parecen pocos solo porque en épocas normales los comunicados de prensa que publica el sitio oficial superan los treinta al día. Y porque comparada con la verborragia e hiperactividad de las cuentas “cfkargentina” que se quedaron detenidas el 4 de octubre, esto parece una abstinencia informativa.

·De los síntomas que aparecen en esa declaración: “un cuadro de fuerte cefalea y una arritmia” y del diagnóstico, “colección subdural crónica”. De la caída menos, porque hasta el día de hoy nadie puede afirmar autorizadamente que esta fuera causa o consecuencia de la afección de la presidente.

·Del diagnóstico presunto, porque como ocurre cada vez que alguien menciona una enfermedad aparecen los oficiosos hablando de afecciones parecidas que los aquejaron y de las terapéuticas con las que los superaron.

·De las manifestaciones de afecto que la situación amerita: gorra, bandera y vincha de apoyo en la puerta del “conocido nosocomio del barrio de Montserrat”.

Como todas son superficialidades, se critica la conversación periodística por intrascendente, asumiendo que la falta de información debería responderse con silencio, cuando en realidad sabemos que provoca todo lo contrario. La comunicación responde al principio del horror vacui y no tolera los vacíos. Por eso los silencios se llenan de rumores, las informaciones se reemplazan con presunciones, las formalidades con improvisaciones. Por el contrario, las segundas pueden ser rápidamente desalentadas con declaraciones fundadas y apoyadas en procedimientos formales. Tan sencillo como eso.

También podríamos aprovechar estos tiempos de carencia informativa para compensar la abstinencia con información acerca de los derechos que nos asisten con relación a quienes tienen potestad sobre nuestros destinos. No digo para los que ya elegimos, que entienden que los votamos así y que por tanto no tienen ninguna obligación de cambiar su forma de comunicar. Pero sí pensando en los gobernantes por venir. Al menos deberíamos saber antes de elegirlos si les podremos hacer preguntas sobre cuestiones tan básicas para ejercer su cargo tales como su salud física y mental. Porque ya sabemos que una vez que entran a la sala de urgencias, ya no se les puede preguntar demasiado. Es el momento para apoyar la campaña #infoendemocracia que están impulsando varias organizaciones sociales para que los candidatos suscriban principios mínimos de información para sus conciudadanos. Pedísela a tu candidato antes de que sea funcionario. Si no te lo garantiza ahora que anda buscando tu voto, es poco probable que le interese después, cuando cuente con el resguardo del poder.