Por Adriana Amado - @Lady__AA La mañana del domingo de elecciones me encuentra a trescientos kilómetros de mi lugar de votación. Cerca para eximirme de la obligación legal, pero lejos para llegar rápido en un día con pronóstico de tormentas. Me separa de destino la principal autovía del país y lo que sería un trámite en cualquier país con caminos que sirvan para transitar, en Argentina es una aventura peligrosa donde cada ruta nacional es un maltrato dispensado al ciudadano con cargo de peaje. Gugleo y las noticias del cierre de las rutas 8 y 9 tienen dos días de publicadas. Desde el celular no tengo muchas posibilidades de rastrear con demasiada precisión las notas así que abro la más reciente, del día anterior y de la agencia Telam. Dice que está todo bien, como corresponde a un medio oficialista en la víspera de una elección. En las radios de Buenos Aires hablan de calles anegadas por las lluvias pero solo como obstáculo para asistencia a las urnas. Nada dicen de los caminos ni de los auxilios que se prestan a los afectados, si es que hay alguno. Tanta cuenta en las redes, tanta página web, tanta gacetilla oficial, ¿y dónde se averigua si hay una ruta cerrada?
El señor del hotel me dice que no sabe, que algunos pasajeros tomaron vías alternativas, pero que no sabría aconsejarme. El señor de la estación de servicio me da esperanza: algunos clientes le comentaron que iban a tomar la ruta 9. Pero no sabe si pasaron o tuvieron que volver. En la cabina de peaje el brazo de la mujer que extiende el tique del peaje no expresa más que una negación cansina cuando le pregunto si la ruta está cerrada. En el costado de la caseta pegaron con cinta una hoja que dice “Niebla”. Tiene toda la pinta de haberse quedado olvidada de algún otro momento. Así son todas nuestras alertas: repetidas y desactualizadas con lo cual sabemos que se pierde más por atenderlas que por ignorarlas.
Los primeros cien kilómetros después del peaje solo tienen de autovía el nombre y la pretensión. El carril de la derecha está tan gastado que hay que evitar los surcos que el tránsito olvidó en el pavimento para no perder estabilidad. Pero ya sabemos que por acá está mejor visto ir por izquierda.Todos los autos van buscando el mejor pedazo de asfalto sin importar si es carril rápido o no, zigzagueando por borrachos locos. Cuando arrecia la lluvia no se ven más que las lucecitas de los de adelante. Las líneas blancas de lo que podrían ser los carriles están tan borroneadas como el sueño de poder transitar por los caminos argentinos sin la amenaza de la muerte colgada del portaequipaje.
En la radio siguen insistiendo en si votó tal candidato, si tal otro va ir a votar. Nada que informe el estado de las rutas. Nada que oriente qué hacer frente al temporal. A lo sumo aconsejan quedarse en casa como chanza repetida y hasta insultante para los que no tenemos más opción que salir a la calle. Un tuit de un portal digital recomienda informarse antes de salir. Solo que no dice dónde habría que hacerlo. En el algún punto el tránsito se detiene y solo se ve una larga fila de vehículos que podría llegar al infinito pero después sabremos que termina seis kilómetros adelante. Igual agradecemos estar ahí, en ese instante, porque sabremos que apenas horas después se duplicaría en tiempo y espacio. Del otro lado no pasan vehículos con lo que especulamos con que deben de estar haciendo pasar de una vía por vez pero no hay ningún cartel, baliza o representante de la ley que nos dé aunque sea un indicio ante tremenda falta de respuesta. A las dos horas de esperar se habilita el paso y todos estamos tan desesperados por seguir que no tenemos voluntad de preguntarles a los cuatro gendarmes que están parados y empapados, conversando en la banquina, qué significa eso de "tránsito asistido”.
El aburrimiento y la impotencia alimentaron algunos tuits que me convirtieron en referente del estado de la ruta 9 hasta el día siguiente, en el que algunos desconocidos me preguntaban si les convenía salir o no. A mí me preguntaban, que hasta el día de hoy no entiendo qué paso, por qué me demoraron, por qué no informaron, por qué no hay un lugar en donde consultar. Puede pasar que alguien ahora me diga que está ahí o allá la información a lo que me seguiré preguntando si la información es pública cuando está publicada o cuando es accesible para el que la necesita. Lo que sí sé que llevamos varios días de lluvias intensas, que gran parte de la provincia de Buenos Aires está una vez más bajo el agua, que las rutas siguen “asistidas” sin que sepamos muy bien qué ventaja nos depara la asistencia y que los periodistas siguen analizando quién ganó en las elecciones primarias de ese domingo. Claro, total, ya no es noticia el que pierde siempre porque ya sabemos que los ciudadanos estamos acostumbrados.