POR QUÉ CASI NO HAY PROGRAMAS POLÍTICOS
Somos periodistas, queremos informar (Primera Parte)

Luis MajulPor: Luis Majul. El sábado 13 de abril pasado, en Salgan al sol, el programa que conducen Ernestina Pais y Alejandro Lingenti en Rock and Pop, el periodista especializado en medios Martín Bidegaray se quejó por la poca cantidad de programas políticos que hay en la televisión abierta. “Es increíble que en un año electoral casi no haya programas”, se indignó Ignacio. Se trata de una queja generalizada que comparto, pero me gustaría, de una vez por todas, analizar el fenómeno con detenimiento.

Es la economía, estúpido

Hay una verdad indiscutible. Y de muy fácil verificación. En las épocas en que la macroeconomía funciona bien, la mayoría del público que ve televisión abierta no quiere amargarse la vida con información política, por más seria y grave que parezcan.
O mejor dicho: los hechos importantes y dolorosos tienen una audiencia acotada, si se la compara con la nada misma de Gran Hermano o la ficción.

Un solo y contundente ejemplo.

El martes 9 de abril pasado La Cornisa empezó con una polémica por la muerte de Carlos Fuentealba y el primer reportaje a Jorge Sobisch en televisión abierta después de la aceptación de la renuncia de todo su gabinete. Además, habíamos invitado con mucha anticipación a Moria Casán, una mujer inteligente y provocadora que siempre dice lo que piensa y ataca a quien la molesta con nombre y apellido.

Lo que hay que hacer

La Cornisa arranca después de RSM, un ´programa de humor´, que solo busca divertir. Pero como somos periodistas y debemos informar, decidimos iniciar el programa con uno de los hechos más graves del año, y no con el reportaje a la capo cómica.
Y lo hicimos a pesar de que sabíamos que mucha gente, ante el cambio abrupto, se iría a ver Gran Hermano.
Y así fue.
Sostuvimos la decisión, dedicamos más de la mitad de la emisión al espinoso tema, y logramos, en ese segmento horario, un rating aceptable.
Sin embargo, cuando apareció Moria en pantalla, la audiencia empezó a crecer hasta multiplicarse por dos.

Crítica hipócrita

Los críticos de televisión, incluidos los que analizan los programa políticos, jamás destacan las decisiones como la que acabo de comentar: ignorar el minuto a minuto a favor del hecho periodístico.
Muy pocos, ni siquiera los que se golpean el pecho pidiendo más calidad y compromiso a la tele, reconocieron el logro de entrevistar en vivo a Luis Gerez, el albañil cuyo secuestro y posterior liberación todavía no fue suficientemente aclarado.
La mayoría solo se limita a analizar los rating, como si fuese lo mismo una escena porno que la discusión sobre la responsabilidad del Presidente en el conflicto docente.
O a desmenuzar si Johnatan está o no enamorado de Jessica, el osito de Gran Hermano.
Para decirlo sin vueltas: se quejan de la carencia de programas políticos, pero se la pasan hablando sobre cualquier cosa, y muy poco sobre los programas políticos.

No hay más noticieros

Los analistas tampoco reflexionan sobre otro fenónemo evidente ( y eso que lo tienen enfrente de sus narices).
Los noticieros ya no son más noticieros. Son programas con música, títulos parecidos a los de las películas, suspenso, efectos dramáticos, mucho fútbol, recitales de rock y la cobertura completa de programas como Gran Hermano o Bailando por un sueño.
Pero no solo eso.

Travestis políticos

Porque en esos mismos noticieros, y por el mismo precio, el televidente puede ver al Presidente enojado o al gobernador de la provincia de Buenos Aires defendiendo su proyecto, aunque solo sean presentados en grageas y entre medio de los chimentos y el dramatismo, para no aburrir demasiado.
Es decir: por momentos también los noticieros se travisten de programas políticos, saturando la pantalla de Kirchner, Macri, Aníbal Fernández, Elisa Carrió, Roberto Lavagna, Felisa Miceli, Jorge Telerman, Daniel Scioli y Daniel Filmus, y acotando el interés de los programas periodísticos que tan poca presencia tienen en la tele abierta.
Conclusión: la tele presenta a la información política como las muestras gratis de los medicamentos. Pero no permite analizar en profundidad ninguna cuestión política, aunque te agobia con los discursos del Presidente desde su archiconocido atril.