NO ME TOQUEN LOS DIARIOS
Joaquín toma el té con Néstor y Cristina

Taza de téPor: Luis Majul. La columna que escribe Joaquín Morales Solá en La Nación, es reveladora del impresionante dominio que el Presidente tiene sobre los medios de comunicación en general y sobre los periodistas en particular.

Y parece más impresionante si se tiene en cuenta que Joaquín no es un periodista que pueda ser considerado oficialista, ni tampoco La Nación un diario cercano al gobierno.

La nota de Morales Solá aparece en la tapa y de su simple lectura se obtienen interesantes conclusiones:

· Que el periodista “tomó el té” en la quinta de Olivos con el Presidente, y que más  tarde de sumó Cristina.

· Que la conversación tuvo lugar antes del ataque contra la ministra Alicia Kirchner a la salida de un restaurante en Río Gallegos (y que por lo tanto, una buena parte de la información aparece desactualizada).

· Que el Presidente y su mujer, como siempre, se las ingeniaron para difundir lo que les importa a ellos y no la información que los argentinos tienen derecho a conocer.

El Presidente recibió al periodista horas después de exigirle la renuncia como gobernador de Santa Cruz a su títere, Carlos Sancho. Contó la anécdota de cómo rescató a Víctor De Gennaro de una mina a 300 metros de profundidad cuando él era gobernador, declaró que en el sur “todos somos anarquistas”, dio una clase magistral sobre sus métodos de negociación, explicó como defendió a Techint frente a Hugo Chávez, y volvió a decir que el caso Skanska es un asunto de coima entre privados.  Es decir, no respondió preguntas incómodas: no habló ni del INDEC, ni de Telerman, ni de la censura a los medios en Santa Cruz, ni de la posibilidad de que la rebelión de la Patagonia se extienda como una mancha de aceite hacia el resto del país.

Es más, volvió a jugar con la posibilidad de que Cristina sea la candidata a Presidente, una maniobra de distracción que hasta ahora le ha generado muchos réditos y ningún costo político.

Así, contra su voluntad, Joaquín Morales Solá, uno de los colegas más respetados, se termina convirtiendo en un propalador de la “realidad” que el gobierno quiere difundir, aún cuando la información aparezca como vieja, incompleta y sesgada.

Otra vez, Kirchner lo hizo.