NO APARECIÓ EN LOS DIARIOS, PERO SUCEDIÓ |
La metamorfosis de Cristina |
Por: Luis Majul. Los grandes medios, preocupados en atajar los penales del Gobierno, que los presiona cada día más a medida que se acerca la fecha de la elección, no lo percibieron. La mayoría de los periodistas tampoco se dieron cuenta, distraídos mientras registran el vergonzoso minué de la frustrada alianza entre Carrió, López Murphy y Macri. Sin embargo, el milagro sucedió: Cristina Fernández de Kirchner empezó a mostrarse más humana, aconsejada por los asesores y empujada por los focus groups que la notaban siempre “demasiado enojada y peleadora”. |
El primer y casi imperceptible cambio sucedió en el Luna Park, durante la presentación de la fórmula con Julio Cobos. “¿Estoy gritando demasiado? ¿Parece que estuviera enojada? Avísenme, porque a veces no me doy cuenta”, le pidió a su gente de confianza, en una clara demostración de que le cayó la ficha.
El segundo fue durante el lanzamiento de la candidatura de Daniel Scioli, en Mar del Plata. El Vicepresidente, quien fuera maltratado en público por la misma Cristina, la invitó a hablar, y les hizo creer a los medios y al público que no estaba preparado. Ese día la esposa del Presidente abandonó el gesto del puño crispado e intentó hablar como si estuviera en una mesa de café.
No le salió del todo, pero le bajó un cambio al tono ríspido y a la actitud tensa.
El viernes pasado hizo lo mismo junto a Hebe de Bonafini, pero esa tarde fue más allá: bajó de la tarima desde donde se dirigió a la gente y se dejó besar y fotografiar por militantes que la apretujaron mucho más de lo que a ella le gustaría.
Y ayer, sábado, completó la metamorfosis con dos amagues de llanto, mientras escuchaba a Nacha Guevara cantar “No llores por mi Argentina”.
La senadora Cristina Elizabeth Fernández de Kirchner empezó a mostrarse como un ser humano. Su cambio exterior no garantiza nada más que eso: la evidencia de que es capaz de hacer un esfuerzo por modificar sus gestos, si con ello puede conseguir más votos.
Tan devaluado está el debate en la Argentina.
Tan poco enamora la oposición.
Tan anestesiada está la sociedad, incluidos los medios, que un cambio en la manera de decir se transforma en un dato político tan importante.
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