GOBIERNO, CRISIS, POLÍTICA Y ECONOMÍA 
Dos problemas y una solución

Néstor KirchnerJura de Carlos FernándezPor: Luis Majul. El Gobierno está bajo presión y en medio de una fuerte crisis, pero todavía tiene margen para salir de la encrucijada.

En el marco de esta situación, el Gobierno tiene un problema político y ahora también económico, pero si no reconoce ninguno de los dos corre el riesgo de agravar todavía más la crisis por la que atraviesa.

Problema político

El problema político es serio. Se trata de la forma de gobernar. Se hace de manera muy cerrada y terca. Sin acuerdos ni consensos. Con la idea de destruir al adversario de turno. Sea el campo, la prensa o los dirigentes de la oposición.

Para colmo, ya se instaló la idea de que a la Argentina real no la gobierna Cristina Fernández, sino Néstor Kirchner con la ayuda de Guillermo Moreno, Luis D´Elía y Hugo Moyano.

El reemplazo de Martín Lousteau por Carlos Fernández en el ministerio de Economía confirmaría la sospecha.

Problema económico

El problema económico se está tornando tan serio como el político. Se llama inflación.

Y el aspecto más grave dentro de ese problema es la negación.

Los actores económicos -desde el primero hasta el último eslabón de la cadena de productos y servicios- trabajan con su propia percepción de inflación. Dicho sea de paso, el costo de vida real treparía ya al 25 por ciento anual, lo que nos colocaría a un paso de una fuerte aceleración indexatoria muy difícil de controlar.

Una sola solución

Ambos problemas tienen una sola solución, que es política y también psicológica: se llama aceptación de la realidad.

Si esta administración aceptara la realidad podría tomar decisiones que lo harían salir de la crisis y mejorar su vínculo con la mayoría de la sociedad.

Algunas de esas decisiones podrían ser:

* Sincerar los números de la inflación y al mismo tiempo anunciar un nuevo sistema de medición más confiable.

* Poner en marcha algunas de las medidas que presentó Lousteau antes de renunciar, como el aumento de tarifas para los más ricos. Esa suba discriminada serviría para dejar de pagar subsidios que son inflacionarios y que multiplican exageradamente el gasto público.

* Apartar del escenario a Moreno y fortalecer la imagen presidencial de Cristina con el silencio de Néstor.

* Solucionar el conflicto con el campo aunque eso signifique dar marcha atrás con la medida que generó la pelea y el paro.

¿Será capaz Néstor Kirchner de aceptar la realidad, reconocer errores y corregirlos, sacrificar a sus soldados más rudos y quedarse de brazos cruzados para dejar hacer el trabajo a los especialistas?

¿Será capaz de salir de escena para terminar con la percepción del doble comando o la sospecha de que la Presidenta no decide?

La historia de los últimos años indica que Kirchner puede tragarse el sapo más grande si así aleja el peligro de perder votos y popularidad. Su abrupto giro en el caso Blumberg es un ejemplo perfecto de esa virtud.

Pero la historia reciente lo muestra demasiado obstinado, como un líder que dobla la apuesta sin medir los riesgos, más cerca del primer impulso que del sentido común.

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