-Nada. Está todo bien. El problema es que la Presidenta quiso renunciar, y su marido, cada tanto, sigue pensando que esa es una alternativa posible; además la inflación real es por lo menos tres veces mayor que la que dice el INDEC y, por otra parte, decenas de jueces en la provincia de Buenos Aires liberan a delincuentes que no terminan de salir para volver a robar o matar a quemarropa.

Cuando creí que se iría satisfecho, el señor volvió al ataque:

-Y… vos que la conocés bien... es cierto lo que dice Lilita?

-¿Qué cosa?

-Que si esto sigue así, no llegamos a diciembre.

-Bueno, quizá haya sido una metáfora.

-No. Qué metáfora. Yo la vi. “No llegamos a diciembre”, dijo.

Le expliqué que no me parecía que fuera para tanto. Le aclaré que el tema de la inflación es verdaderamente preocupante, pero que todavía el Gobierno tiene instrumentos para evitar que se vaya todo al diablo.

Ya me estaba por despedir cuando me asestó la pregunta final.

-¿Y ellos cómo se llevan? A mi me parece que hace tiempo que no son un  matrimonio.

Entonces respiré hondo y le comenté que por la información que tenía, ellos se quieren de verdad y que el problema es que Néstor la sobreprotege, no la deja gobernar y eso genera unos desacoples en la gestión que son evidentes desde el mismo instante en que Cristina asumió.

El papá del compañero de mi hija se despidió con un: “Y buéh, qué se le va a hacer”. Parecía aliviado.

Volví a la productora bastante más cansado que antes, como si hubiera terminado de escribir el comentario de la semana.

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