Y no se trata de defender la actitud soberbia y autoritaria de la administración Kirchner.

Se trata de reclamar una mínima coherencia a los que manejan los asuntos del país y que fueron elegidos para eso.

Lo de Cobos no es conspirativo ni golpista. Sí es provocativo y demasiado oportunista. Típico del político medio pelo que quiere alargar su hora de gloria al máximo y que no lo hace con decisiones valientes, sino con una estrategia de marketing a la que se le ven los hilos por todas partes.

Como analista político, me siento en la obligación de advertir que la decisión de Cobos en el Senado no lo convierte en superman ni en estadista. Y también debo aclarar que si bien no estoy de acuerdo con los casi insultos que le propinaron dirigentes como Carlos Kunkel o Luis D´Elía, si creo que Cleto deberá decidir por una de las dos autopistas. O se queda en el Gobierno y pelea desde adentro como parte integrante de la Concertación, o se saca de encima la chapa de Vicepresidente -junto con los privilegios que ésta conlleva- y se va, silbando bajito, para armar la oposición del Gobierno del que forma parte.

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