Televisión
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Por Adriana Amado - @Lady__AA Los chorizos no son bife de lomo así como los programas basados en compilados de otros no son programas periodísticos, estrictamente hablando. La gente que come embutidos sabe que no se hacen con los mejores cortes de carne sino más bien con lo que sobra. Sabe también que no son muy saludables pero justifica su ingesta en que son deliciosos. A la audiencia que elige esos programas hechos de picadillo de los otros le pasa algo parecido: sabe que no son de lo mejor pero resultan tan jugosos y tan bien condimentarlos que resultan irresistibles. El problema no es la audiencia que acepta el juego sino esos otros que hablan de esos programas como si fueran algo más que una reunión de amontonados hablando de temas sobre los que no tienen una opinión formada. Hablan del choripán como si fuera comida gourmet.
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Por Adriana Amado - @Lady__AA Cuando algunos decían que la televisión estaba agotada, aparecieron energizantes que la mantienen viva y coleando. La locura que despertó la segunda temporada de “House of cards” lo confirma. Pero sobre todo, vive en las tardes de telenovela que la vieron nacer, como demuestra el entusiasmo que despierta Avenida Brasil en un horario que estaba apolillado hasta que Telefé descubrió que había gente buscando cuentos aptos para todo público.
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Por Adriana Amado - @Lady__AA Finalmente la grilla de canales tendrá el orden que suponen traerá enormes ventajas al sistema televisivo. Una buena medida, especialmente para los televisores que cambiaban de canal con una perilla. De chica tenía uno que sintonizaba mejor cuando se ubicaba diestramente el cambiador de canales en una zona intermedia, porque si lo dejabas donde caía el número empezaba a moverse la imagen en vertical. Esas eran épocas deportivas, cuando cambiar de canal demandaba decisión y coraje para levantarse y animarse a dar toda una vuelta a la manija. Esta es una generación entregada a la molicie, a la que hasta el control remoto programable parece un derroche de energía, al punto que se subleva sin culpa a los dictados de la programación para mirar televisión a la hora que se les antoja. Aunque de esa época de la tele blanco y negro me queda el gusto por los seriados que se van develando semana a semana, este verano me sumé a los indómitos que ven programas a demanda. Pero para no desentonar con el revisionismo televisivo que habla de grillas y de refundaciones televisivas elegí dos series ambientadas en los cincuenta, momento en que empezó esa televisión que desaparece aunque algunos piensen que se restituye a fuerza de buenas intenciones.
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Por Adriana Amado - @Lady__AA Qué suerte que apareció María Teresa para avisarnos que sigue con Enrique. Un alivio conocer el final de esa grabación que circuló primero en exclusivos festivales, luego en selectos muros y después en la promiscuidad de la televisión. Vino a confirmarnos que la vida se parece a You Tube porque You Tube copia la vida.
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Por Adriana Amado - @adrianacatedraa Volvieron las chicas a la tele. Ya están en tu pantalla amiga Florencia, Susana y Mariana, en orden de aparición en la programación. Pero la única que sigue causando auténtico revuelo es Susana Giménez. Desde hace veinticinco años, cada temporada despierta pasiones equivalentes entre quienes la adoran y quienes desprecian su estilo y lo que significa el programa. Como suele pasar con la crítica ilustrada, los que juzgan no son los que disfrutan de la cultura glam&pop de la televisión masiva, rubro donde vox populi no es vox Dei. Eso a pesar de que las teorías y pruebas confirman que la televisión no puede marcar vanguardia sino que consigue audiencia con aquello que nos habita. Que suele ser eso que no admitiríamos en público pero que sí podemos consagrar como éxito en la intimidad del cuarto al que dejamos entrar el televisor.
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Por Adriana Amado - @adrianacatedraa Los eneros ya no son esos en que la pequeña burguesía disfrutaba de un veraneo prolongado en las afueras, lejos de la compañía de la tele. Sin embargo, la programación insiste en sacar casetes del freezer o repetir recetas viejas sin siquiera agregarle ingredientes frescos. Entonces dicen que “Operación Triunfo la banda” (OTB, en adelante, de Telefé) y “El artista del año” (EAA, El Trece) son reality shows y que no funcionan porque estamos cansados de esos programas. Pero no, no se parecen mucho a la variante más exitosa del género de realidad, el concurso de talentos.
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