Por: Osvaldo Bazán. Mario Mazzone vino y nos dijo, a sus compañeros de trabajo de Mañanas Informales, que se había ido a hacer ver del dolor ése del que siempre se quejaba en la espalda. Que no era algo de la columna. Que le habían encontrado cáncer y con metástasis. Que entraba en tratamiento. Que no quería que se hiciera público porque a su mamá no pensaba decirle nada, que quería preservar a la vieja de todos los dolores que la noticia podía traerle. Y entonces no dijimos nada. Lo veíamos fumar y lo retábamos, cada mañana, pero él decía que lo habían dejado. Siempre supe que era grande y libre para hacer con su vida lo que quisiese, no me gustaba que lo hiciera, pero después de decírselo no me quedó nada por agregar.
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