 Por: Julián Gorodischer. Está la misma iconografía: el territorio retirado del mundo, el peligro abstracto, el culto al pasado, los muertos vivos, el asesino serial concebido como “otro” en un contexto de rubias y fibrosos que parecen salidos de un capítulo de Laguna Beach…, o de Lost. En el último tiempo es evidente la huella de Lost, de JJ Abrams, en nuevos diseños de ficciones para masas; no llegan a originar secuelas ni tributos ni plagios, más bien fraudes que lo intentan sin que algo termine de cuajar. Vuelven: el recurso del flash back, la cita a la literatura y la filosofía in vulgata, el respeto a un cupo de razas diversas por cada producción del Hollywood, previo y posterior a la era Obama.
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