EL MINUTO A MINUTO DE LAS ELECCIONES EN LOS ESTADOS UNIDOS
Del gran tedio al gran vencedor

Obama en la CNNPor: Julián Gorodischer. La tarde transcurre monótonamente; el consenso de los encuestadores de boca de urna les está aguando el show a las cadenas Fox News, CNN y CNN en Español y no hay ecos de la espectacularidad con que se contó la caída de las bolsas hace menos de un mes. Las placas de Alerta, Urgente parecen -este supermartes- palabras huecas. Acompaña la pobreza de la escenografía (no se les ocurrió nada mejor que hacer proliferar estrellas rojas y azules, nacionalismo for export a tono con el espíritu de las cadenas latinas). Obama está ganando en los estados clave, apenas empieza la noche, y la ronda de opinators con fondo de pared y agrupados en una mesa rectangular remite a una estética superada, inusual fondo de cartones en vez de pantallas, conductores “volante” que recorren el estudio como en la prehistoria del género de “la opinión política”: desprolijos y algo desorientados.

Y sin embargo, nadie se cansa de verbalizar “lo nuevo” que se está poniendo en juego: la primera candidata a la vicepresidencia, el primer negro (polarizar es la consigna, ninguno se desmarca llamándolo “mulato”), el más viejo, el más joven –dos opciones, dos extremos- y, tal vez por culpa del resultado cantado que le quita vértigo y sentido a todo el asunto, la transmisión decae entre encuestadores obvios.

Es que durante toda la tarde y bien entrada la noche del supermartes, el análisis precede a los datos –que se recaban muy, muy lentamente- y entonces los opinators de palabras correctas y repetidas, de argumentos previsibles y banales (a años luz de la precisión que se logró en la periferia, desde Carlos Fuentes a Mario Vargas Llosa en sus respectivas páginas) exhiben cuadros demográficos “según raza”, una y otra vez haciendo cortes de voto según blancos, negros y mestizos, estado por estado, para que quede claro que por cada blanco que apoya a Mc Cain hay un negro o un hispano que se la juega por Obama.

Como no hay mucho que hacer más que esperar, y los estados se niegan a dar sorpresas (apenas previsibles batacazos de Virginia y Georgia para el viejo, pero no alcanza) luego de un rato la Fox y la CNN viran al discurso opuesto: de eso se trata una transmisión en continuado, decir y desdecirse, y entonces el tema es que Obama “no podría haber ganado sin el voto blanco” y otra vez la misma historia pero al revés, eterno murmullo que deja en la panacea de las elecciones llevaderas a las argentinas recientes, donde al menos el circo de los políticos que se adelantan a darse como ganadores y los que niegan triunfos ajenos activa un poco la rosca entre el recuento de votos.

Esto que se ve en la CNN, por ejemplo, es todo lo contrario: quizá por un vetusto manual de estilo que impone prolijidad y discurso único no hay mención ni testimonio de funcionarios (a excepción de uno recientemente muerto, un mexicano cuya avioneta se acaba de venir a pique); los que hablan son esos volantes en piso, extraños seres de desplazamiento constante que muchas veces con punteros reinciden sobre los cuadros demográficos de razas.  

Cerca de la medianoche ocurre el milagro: el espectáculo irrumpe por fin. La acumulación de estados ganados por Obama permite hablar del “gran vencedor” y de entre el tedio se recorta el gladiador a quien le exaltan todo, unívocamente: la capacidad de congregar donaciones, la retórica –ya se había dicho- pero también la austeridad de la fiesta, el trato a los enviados, bla bla.

El viejo desaparece de “los informes”, la contienda “reñida” de Florida (la última clave con que se mantenía despierta a la masa adormecida) pasa a segundo plano y los analistas del “corazón” irrumpen en estudios destacando ”la hidalguía” con que el favorito tomó la muerte de su abuela, un día antes. El héroe ha sido consagrado: el personalismo ahora es voraz y no deja margen para poner en foco al contexto. Aún a varias horas de los números definitvos “América” encuentra su épíca: Obama está ganando por más de lo esperado. El candidato por fin rinde (la diferencia que saca es “sorprendente”).  El comentarista encuentra su lugar en el mundo.

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