GABRIELA BEJERMAN, ESTRELLA DE TELENOVELA |
Nace la “Samantha” argentina |
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Desde que se terminó la peripecia sexual de Samantha no se repitió una “fiestera” semejante en la tira diaria; en dos capítulos que pude ver, Flor ya concretó cinco intercambios sexuales con mujeres, ninguno de los cuales se limitó a “chupón”. Gabriela tiene a cargo la alusión directa a la genitalidad femenina: es la grieta pasional en la que se oxigena la reiterada mención y representación del amor romántico en la serie; funciona como contrapunto necesario para la zona rosa (un corazón de luces se enciende en el pecho de la protagonista, Ana, cuando está cerca su enamorada). Flor, o Gabriela, define a la vagina a la que le practica sexo oral como “sashimi”, promete depilarse “íntegra” y se seca las comisuras con los dedos.
Gabriela, o Flor, tematiza “innombrables” de la ficción melodramática tradicional: termina con una mujer y salta a la otra en recreación de una figura dramática femenina inhabitual, un tabú tanto para heterosexuales como lesbianas ficcionales: “la insaciable”. La propia ficha técnica del programa la define como “un fuego, muy fiestera; le cuesta enamorarse pero no le cuesta para nada tener sexo. De cualquier situación y lugar saca una noche de amor, es sexy, divertida, despistada y excéntrica”. En el proceso, “se transa” a la pareja de una amiga, recibe el msn de un contacto sexual; amanece con una tercera en posición de cucharita con ella detrás.
Lo de Flor, o Gabriela, es nuevo: toma para sí la figura del donjuán; es puro goce histriónico para interpretar el contacto con mujeres de pelo corto, y desecha a sus amantes sin culpa ni justificación. Además regala, cada tanto, como separadores o elementos de la trama, algunos de sus temas musicales, que la ponen en un borde entre Moria y Marlene Dietrich: divismo, plumas, palidez y mirada al vacío. El mérito de Plan V (serie ideada y realizada por Lorena Romanin y Sofía Wilhelmi), es haber armado un “grupo” representativo; se pudieron abordar arquetipos (la machona, la casta, la princesa, la ninfómana) sin caer en el estereotipo denigrante. Se luce Bejerman que, como escritora, publicó Presente Perfecto en 2004, Pendejo en 2003 y Crin en 2001 y, cuya novedad, es hacer aparecer a la “pirata”. Se apropia del mito de “la trampa”, que ya habían intentado desplegar las de Sex & the city, aunque todavía muy determinadas por sus corazones rotos.
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