CRIS MORENA Y SU APORTE AL EROTISMO ADOLESCENTE |
Sujetos y objetos de deseo |
|
La batalla de “Cris” para bajarle la edad al deseo –hipererotizando al púber- se dio ya en la década del ‘90, desde sus inicios en el viejo Jugate comigo, donde ya había dado los primeros pasos en el pasaje de sujeto juvenil a objeto.
Ejerció, con constancia, docencia y dedicación, la promoción de la lolita y el cachorro sexys, a los que mostraba chorreando témpera y arrastrándose para superar la prueba física, tan eufóricos y coloridos como se los sigue sintonizando desde entonces, en El último pasajero o en Operación Triunfo.
Desde sus Chiquititas a su Verano del ’98, desde Rebelde Way a Casi ángeles, se ofrecieron a la vista nenas voluptuosas que correspondieron, en estas ficciones, al mismo boom de pechugonas jr. que se desarrolló simultáneamente entre modelos lolitas. Cuando le pregunté a Cris Morena si se consideraba la artífice de un arquetipo dominante de lo joven, me dijo: “No creo que haya inaugurado a la lolita, pero sí al adolescente en televisión, a la frescura, la pequeña locura: el adolescente al máximo de sus potencialidades”.
Lo que vino añadido al modelo de rubita tipo Lopilato y a las huérfanas sexys fue que los besos sonaran a chuic y la tristeza se expresara cantando “Tengo un corazón con agujeritos”. El contrapeso necesario que atempera la voluptuosidad precoz es la inocencia y la estética naif.
¿Qué atributos tiene este adolescente mediático promedio, que anticipó a las actuales gossip girls, caricaturas de reventada en casos como Lindsay Lohan o Paris Hilton? Hipersexuada desde la minoría de edad, luego adaptada a la comedia musical a través de las llamadas divinas de la usina Ideas del Sur (artífice de Patito feo), con vocación artística desarrollada también en el plano de la trama (desde los Erreway a los Teen Angels que incluyó la trama de Casi ángeles), las/los adolescentes promedio encuentran en la figura de la flogger Cumbio un antídoto o una grieta.
Cumbio es un contrapeso posible para la identidad teen (esa imagen de éxito y exuberancia que resignificó a la edad sufriente). Opone un cuerpo robusto, androginia, lesbianismo y autofotos donde la usina Cris propone una industria de fotogenia al servicio de identidades tradicionales y hétero normatividad. Cumbio, la flogger, es una respuesta desde adentro “del aparato”, con sponsors propios y manejo de masa, al modelo Cris de las inocentes hipersexuadas. No alcanzo a ver puntos medios entre los extremos del arco; se destierra el realismo de la construcción de identidades mediáticas juveniles.
{moscomment}