LO QUE UNE A BORAT, BRUNO Y ALI G
La fórmula Cohen   

BoratAlí GBrunoPor: Julián Gorodischer.  Después de Bruno, se recomienda darse una vuelta por la obra televisiva del talentoso Sacha Baron Cohen, Da Alí G Show (sólo en DVD). Ahí están los personajes de sus dos películas en su fase preliminar, menos producidos, “verdes”, a veces más corrosivos gracias a la desprolijidad de la narración, más periodísticos (en excursiones reales a refugios de neonazis, cristianos fervientes y celebridades), y está Alí G, mi favorito, el rappero blanco que suaviza la rutina de Borat: la misma técnica de intrusión se aplica, en vez de a la franja cristiana sureña de los Estados Unidos (derecha religiosa y coleccionistas de armas), a la manada de hiphoperos y rapperos de la suburbia neoyorquina.

Alí  G está a la altura de Bruno y Borat: desarma un género preexistente (el show juvenil) para que –ante el fraude– se exponga el lado B de un discurso masivo de los Estados Unidos, en este caso, “el machismo bling bling” detrás del hip hop. Bruno –que hace sus primeras armas en este show televisivo (el mismo personaje de la película, morocho y joven)- se carga a la derecha que faltaba, el Hollywood industrial, en la parodia de programas de E! Entertainment (conducidos por Bruno) o en el ridículo intencional en castings y mansiones de estrellas.

Todos los personajes de Baron Cohen son un circo que, quizá, herede directamente de los Freaks (1932) que inmortalizó Tod Browning. Su mera presencia cuestiona males sociales extendidos: la ignorancia generalizada, el conservadurismo racista, la vanidad y superficialidad de los hombres y mujeres mediáticos. “Los estereotipos hacen sacar afuera los prejuicios y demuestran el absurdo que llevan implícito” (Baron Cohen dixit). Borat es el policía malo (conciencia de incorrección, invasión violenta al territorio cuestionado) y Alí G representa una cándida brutez (tribu hiphopera). 

Se conservan escenas antológicas de Alí G en el programa, como la visita a unos neonazis austríacos a quienes únicamente pregunta sobre sus hábitos sexuales con otros hombres hasta tener que salir corriendo antes de la paliza. Cadena de oro, actitud desafiante, un matoncito. Cuando aparece una criatura de Sacha Baron Cohen en escena, el monstruo colectivo sale a la luz. Se recuerda, de Borat, a la multitud arengada a cantar (por Borat) Tiren al judío al pozo, exhibiendo por fin latentes convicciones sobre “el otro”. “Yo no sé si eso quiere decir que son antisemitas. Pero quiere decir que son indiferentes. Y eso me basta para demostrar lo que sea que quiero demostrar”. (Baron Cohen dixit).

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