POLÍTICOS, EMPRESARIOS Y FUTBOLISTAS, EN EL CUMPLEAÑOS DE TINELLI
La fiesta de la Argentina

Marcelo TinelliPor: Julián Gorodischer.   Así se celebra en la Argentina 2010. El escenario: un galpón –ex fábrica-, barrio de La Boca, devenido en sede del festejo del cumpleaños N° 50 de Marcelo Tinelli. Larry de Clay hace la V de la victoria, con “la mejor onda”. “La mejor onda” tiene una representación unívoca entre los que llegan: vidrio polarizado totalmente bajo, brazo salido para, si fuera necesario, dejarse tocar la mano, la sonrisa escueta que denota una alegría no alcoholizada. “Freddy (Villarreal) no podía estar ausente del festejo”, dice la revista. Respeta el vidrio bajo, el brazo afuera, la sonrisa inequívocamente artificial. Aquí, se suma el habano que marca una distancia respecto del hombre “vulgar”.

“La pareja de la noche –dice la revista de farándula- fueron Coco Basile y Mauricio Macri. Además de dialogar durante cuarenta minutos ni bien se encontraron, en el momento del baile, movieron las caderas codo a codo, como si se tratara de tarantela. Se ve que aquellos buenos viejos tiempos de Boca dejaron su rastro.”

Se renueva el show del funcionario en el espacio público, sus apariciones histriónicas, sus bromas, su diversión exhibida como un aporte a su propio marketing político: todo eso se había interrumpido post 2001, tras su puesta en extremo menemista. Se actualiza el testimonio de la colección completa de revista Caras, cercanos ’90. Vuelve en su apogeo, de la mano del jefe de gobierno porteño tan proclive a las imitaciones de Freddy Mercury, el baile, el romance de playa. “El destino los fue llevando, y ellos se dejaron llevar. Tan fuertes son a veces esas percepciones, que lo sensorial se burla de lo racional. Y si los puntos en común empiezan a reproducirse, el desenlace no se hará esperar”: affaire confirmado entre Mauricio y Juliana.

La celebración de la Argentina sella la fusión, no del político con la empresaria, ni de sus respectivas fortunas legitimantes de la unión mediática, sino de la información política con las apostillas al corazón: párrafos y epígrafes híper-adjetivados, descripción acrítica, sólo rostros sonrientes lavados de arrugas, granos y verrugas por la vía del photoshop.

La fiesta de Tinelli son los 90 que nunca terminaron de irse. Es la fantasía colectiva: baile, flirteo, gomazos y mujeronas durante toda la noche, rozándonos, embebidos, sueltos en el galpón –ex fábrica- que le funda un sistema de representación y relevo a la felicidad: ellos lo harán por nosotros, y se dejan mirar.

“También estuvieron –sigue la crónica- Rafael Savino, Humbertito Grondona, que conoce al Cabezón desde hace muchísimos años, el Cholo Simeone (Cholo, sin la Chola), Adrián Suar, Guillermo Francella, Tití Fernández, Marcelo Benedetto, Gustavo López, Sebastián Vignolo, Luis Braverman, Alfredo Gatti, el empresario Daniel Comba y Gustavo Yankelevich, que se anudó en la barra con Jorge Pérez Bello y Fabián Scoltore para comentar los subibajas del medio televisivo. Por supuesto, no faltó el elenco de ShowMatch, desde José María Listorti, pasando por Campi hasta llegar a Mariano Iúdica. Los que no estuvieron fueron Felipe Mc Gough (de viaje) y Claudio Villarruel.” ¡Viejos gomazos!

Son rostros familiares con nombres que nunca terminamos de recordar, cómodos en el exabrupto, en el apoyo “incondicional”, cual coro inmutable. ¿Los gomazos como representación de un varón no amenazado, no dudoso? Eterna despedida de solteros. Se hicieron fuertes en el engaño al hombre de la calle, en el sadismo dirigido a mujeres jóvenes. Mantuvieron rasgos invariantes a lo largo de los años, como la homofobia, los juegos de manos, eternos púberes, el desnudismo con genitales esfumados.

Todo como debe ser, nada puede faltar. El galpón -ex fábrica- deviene en escenario de la felicidad de esos pocos. Hay baile con poca ropa, lluvia de papelitos, griterío y cientos de tetas siliconadas. “¿Lo increíble? Un baile llamativo tete a tete entre Gustavo Silvestre y el Coco Basile. Otro que la rompió fue Miguel Del Sel.” “La cuota de rock y pachanga la aportó Vilma Palma & Vampiros, con seis temas musicales. Todos bailaron y cantaron a más no poder”. Ilusión consoladora: nuestra juventud congelada. Eso justifica al “perejil” que mira, aletargado, la pantalla. El tiempo no pasa.

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