DETECTAR AL TRUCHO 
Reality sin realidad

logosPor: Adriana Amado. Una de las cosas fascinantes del reality show (RS) como género es que no admite medias tintas. Están quienes lo apoyan con tanta pasión que derrochan con gusto sus dineros en votaciones semanales. Y están los que los desprecian radicalmente. Estamos los que miramos con curiosidad este género en formación y los que argumentan que la televisión es ficción o no ficción y que no debería haber nada en el medio. Estamos los que podemos divertirnos un rato con ellos y los que los detestan al punto de que no los pueden ni ver. Lo que no pueden negar unos y otros es que algunas propuestas traen cierta frescura a una televisión que se repite demasiado. Cuando es producido con alguna calidad, con ciertas reglas de juego bien pensadas y con buenos recursos visuales y escenográficos sale algo interesante. Pero cuando se trata de un rejunte de malas ideas, con conductores sin talento y sin rumbo, y con castings que pretenden reproducir las siete plagas de Egipto en un bloque sin cortes, eso no es reality show. Eso es un mal programa, cualquiera sea el género al que se afilie.

Pero claro, en estas tórridas noches de verano, aun esas malas propuestas suelen detener un rato el control remoto. Somos muchos los que pasamos las vacaciones con el miembro de la familia al que le dedicamos la mayor parte del tiempo libre (me refiero al 98% de hogares argentinos que tienen televisor, no los que mantienen un celibato del aparato). A ellos dedicamos estas advertencias para descubrir un auténtico reality show (RS) de sus pésimos sucedáneos, que intentan culpar al género de sus lamentables desatinos.

Para detectar un reality trucho deben considerarse algunas características de los genuinos exponentes de la TV realidad:

-El RS tiene un jurado de figuras con reconocidas competencias en la cuestión que evalúan. Por ejemplo, en la edición del concurso para cantantes “American Idol” que se verá a fin de enero por Sony se incorpora Steve Tyler, líder rockero de Aerosmith. En “Soñando por bailar”, la estrella que engalanaba el primer programa de eliminación era Carolina “Pampita” Ardohain.

-El RS tiene por principal mérito sumar al programa a gente que está afuera de la televisión, como Leandro, que se anotó en “Gran Hermano 2011” sin haber visto ninguna de las ediciones anteriores. Su desconcierto sobre el juego, sus prendas y nominaciones es lo que levantó el rating, justamente porque sus puteadas no tenían maquillaje. Ahora, cuando está hecho de gente que quiere hacer del reality su profesión, no se trata de un casting de gente corriente, sino de un puñado de personas cuyo talento no le alcanza más que para el ridículo.

-El RS funciona con altos y bajos, momentos de nada que exaltan los episodios donde los protagonistas expresan pasiones que son más atractivas cuanto más similares sean a las de los espectadores. Cuanto menos políticamente correctas sean las explosiones más interesantes resultan: celos, iras, amores, mentiras. Todo lo que la televisión suele estereotipar, cuando se cuela sin filtro por el RS, encanta a la audiencia. Pero genera el efecto contrario cuando sus protagonistas van a menos y se contienen en cierto pudor inexplicable para quien decidió formar parte de un programa de televisión, como los participantes de “El Referí de matrimonios”. O, lo que es mucho peor, hacen de la trasgresión el plato de todos los días, entonces toooodo el tiempo se la pasan resaltando que el participante es villero, carnicero, transexual, compulsivo, comehombres, o cualquiera de las cualidades que la producción consideró lo suficientemente telegénicas.

-La televisión es un artefacto que basa su éxito en proporcionar al espectador un buen momento, o por lo menos, una distracción. El RS tiene como fortaleza la de generar una identificación desde la emoción, desde la asimilación de un sentimiento del participante que se parece al del televidente. Nada más real para el televidente que la sonrisa o las lágrimas que le provoca la pantalla. Su alegría es nuestra alegría. Por eso en “Talento argentino”, Caty Fullop se la pasa diciendo a los concursantes “Disfrutalo”. O Quique Teruel les dice “Que la pases bien cantando”, aunque después el aspirante deba retirarse con tres cruces rojas de salida (si aparece un papelón, se supera porque sabemos que el jurado es buena onda). Pero es difícil soportar un programa a pura humillación, donde la frase más repetida es “Esto es duro, chicos” o “Agustina, la estás pasando horrible, ¿no?”, como insistió Viviana Canossa en su primera “gala”. Claro, ella está convencida, porque así lo dijo, de que toda esa mala onda es inevitable, “porque esto es un reality show, chicos”. No, Vivi, es porque la producción decidió que suframos mucho.

-El RS es de aficionados o de personas que, estando fuera, quieren jugar un ratito a la televisión y ver cómo es eso de ser visto. Y suelen desaparecer de nuestro recuerdo rápidamente después de la experiencia. Las personas que trabajan de aspirante a famosos, que les dedican horas a ver en qué programa pueden mostrar sus escasas gracias, que creen que un RS puede ser el escalón para una ¿carrera?, esos son pichones de mediáticos, especie que crece únicamente en la TV. Y ya sabemos, en televisión cualquier similitud con la realidad ¡es pura coincidencia!

{moscomment}