EL ELEGIDO, HEREDEROS DE UNA VENGANZA y CONTRA LAS CUERDAS
Pobres de novela

El elegido y Herederos de una venganza

Por: Adriana Amado. A los que veraneamos con nuestro amigo televisor enero nos dejó dos telenovelas, que largaron el mismo día a la misma hora, porque ya sabemos que en televisión no saben sumar. En la escuelita de programadores solo enseñan a restar a la competencia, aunque más no sea una tajadita de dos puntitos de audiencia. No voy a decir que los perjudicados somos los televidentes porque eso es como lo de privilegiados los niños: a nadie le importa. Tampoco voy a repetir lo que ya dijeron todas las críticas. Que la del Trece es un novelón obvio, con los recursos más ramplones de la dramaturgia televisiva: malos malos, buenas herrrrrmosas y pulposas que desde la minifaldita preanuncian los abusos a las que serán sometidas por hombres bien machotes, que en el resto del tiempo participan en luchas de ricachones feudales contra los explotados de siempre, y bla, bla, bla. Solo para dar una muestra de los lugares comunes de “Herederos de una venganza”, en dos semanas ya hubo desmayos, muertes y hasta una ninfa nadando en el río descubierta por quien todos sabemos que va a ser su amor conflictivo, excepto el guionista que cree que nos sorprendió la escena. También ya se dijo que la de Telefé es más elaborada visual y argumentalmente, que sigue fiel al estilo de la década pasada, que supone que la telenovela es poca cosa y que debe ser justificada con los grandes temas de la humanidad, y entonces después de Gran Hermano, te despachan autismo, cierres de fábricas y masonería. También tiene pobres sufridos pero aquí los ricos no son malos sino perversitos, lo cual los hace más pintorescos. En el inicio, “El elegido” no lo fue por la mayoría de los televidentes, y como las críticas ya se escribieron, muchos dieron por cerrada la competencia, obviando que la “Malparida” del Trece seguía asesinando personajes y esperanzas de ver a Juanita como buena actriz. Así que este canal todavía no ofreció una novela, sino pedacitos de dos que diluyen la atención estival. Que obviamente está más para el electroencefalograma plano que promueve “Herederos de venganza” que para el compromiso social que intenta despertar en los televidentes “El elegido”. O “Contra las cuerdas”.

Porque se olvidaron de que a la misma hora hay otra novela en la Televisión pública, que a pesar de haberlas madrugado a las otras dos hace dos meses, con excelentes críticas, no logró despertar interés ni con la ayuda de los decodificadores de la televisión digital terrestre. Como “El elegido”, esta telenovela también prefiere entregar la moraleja masticada y predigerida, cosa que genera anticuerpos en los televidentes, muy entrenados para esquivar mensajes subliminales. Encima los méritos actorales no alcanzan a compensar la oscuridad de las escenas, en penumbras aun en luz de día. Es raro porque la novela dice pintar el Gran Buenos Aires, que no es marrón grisáceo, ¡sino bien colorinche! A diferencia de las otras dos, en esta tira casi todos los personajes son pobres, que tienen como signo principal el de putear por cualquier cosa. Así que la pintura social que se hace del conurbano se parece a un baño público: oscuro, poco acogedor y lleno de malas palabras.

En cualquiera de los casos la pregunta es por qué la audiencia decidió descaradamente hacer lo contrario a lo que recomendó la crítica. Porque mientras la novela del Trece araña los 20 puntos, la de Telefé oscila en los 15, y la del Canal 7 está firme en 1. Si, un punto. Aunque si hablamos de comentarios en la calle es casi cero. Obviamente no tengo la respuesta precisa, porque no estaría acá tecleando con 30° de temperatura para llenar con algo la blogosfera, sino en las climatizadas oficinas de dirección de un canal. Pero puedo aventurar que pasó acá lo de siempre: los productos de calidad exigen una competencia cultural que lamentablemente deja afuera a la mayoría de la sociedad argentina. Y las novelas populares son pésimas. Aunque hace años la industria televisiva brasileña ha demostrado que éste es un falso dilema, que lo popular puede ser de excelente calidad sin convertirse en elitista, en Argentina la tele elaborada no sabe hablarle a las masas, a las que solo le quedan las bazofias que les ofrecen con desprecio a su sencillez. Con el agravante de que esos productos valorados por la crítica hacen una pintura de esos sectores populares tan poco esperanzadora, incluso en las ficciones, que puedo entender que a muchos les resulte incómodo verse en esa pintura triste. Justo con las telenovelas, que se inventaron para soñar que el amor es posible, que los pobres pueden burlar a su destino y ser hermosos y vestir bien y vivir felices. ¡Aunque sea en unos pocos capítulos! Definitivamente las novelas del Trece, desde hace años, son las que les mienten mejor. Y los muestran mejor iluminados y menos realistas, sin esa compresión culposa con que los progres acomodados se refieren a los menos favorecidos. Pobres los pobres de las telenovelas con contenido social, porque a ellos ni siquiera les permiten entrar a los paraísos que habilita la televisión.

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