ABSTINENCIA DE ESCÁNDALOS
¿Dónde está Nazarena?

Nazarena Vélez en la Tapa de Playboy de Abril de 2008Por: Julián Gorodischer. La técnica de Nazarena funciona por oleadas: está hasta en la sopa y después no está. La pausa seguramente anticipa un retorno inminente y, como todo en ella, debe ser una estrategia calculada. Su salida temporaria es un buen momento para repensar el lugar que le toca en los medios. Entre las mujeres que entregan su privacidad, ninguna consiguió dirigirse al multitarget, a excepción de Nazarena. Ni Silvia Suller ni Moria Casán, previamente, pasaron la frontera de las revistas de “baja gama”. Nazarena, en cambio, es de amplio espectro. Basta ver su performance de 2008: fue tema para el diario Crítica de la Argentina que midió el Indice Nazarena de apariciones mediáticas, y tapa de la Playboy de abril; antes había sido personaje de la Rolling Stone y después volvió a la frase semanal que suele dedicar a la Paparazzi.

Hasta no hace mucho tiempo, las reinas de la chatarra disertaban sobre temas limitados (infidelidad, divorcio y autoelogio), ordenados en forma de chisme siguiendo el modelo de una novela rosa, y aplicaban a sus vidas mediáticas las categorías de “Niña pobre/ galán rico” (el romance que les garantiza ascenso social) o de “Hermanas enfrentadas” (en versiones cada vez más montadas de guerra de vedettes). Pero Nazarena nunca adhirió a esos moldes tradicionales que la TV prefijó para sus chicas. En el último tiempo entregó algunas innovaciones formales: sus participaciones consistieron, a veces, en un mero prólogo inconcluso, que llegó a indignar a la vieja guardia. Eso sucedió cuando en un almuerzo de Mirtha Legrand decidió limitarse a ser “prólogo”, y anunció “una noticia bomba” y dejó con las ganas. La Señora le cuestionó la promesa incumplida que se le tolera a la política pero no a la farándula. 

Otra diferencia con las otras es que Nazarena hace cosas “de a uno”. No le gusta el 2 de las guerras con pantalla dividida, ni el 3 de los que se separan y se juntan al otro día, ni el 4 de los elencos enfrentados a otro elenco cuando el escándalo es “de grupo”. El género de Nazarena es el monólogo emocional con inspiración libre en el melodrama, quebrada por la risa o el llanto, anteponiendo la intensidad a la verosimilitud. A veces todas las emociones acuden al mismo tiempo, haciendo presente el “estado alterado”. Es cierto que la televisión siempre se mostró receptiva a “la desequilibrada” pero antes una caída del balcón de Alejandra Pradón o una complotadora en Gran Hermano eran cosas que el rating y los panelistas se tomaban muy en serio. Hasta la risa compulsiva de Silvia Suller era parte de la tragedia de “la enajenada”. Nazarena dio vuelta la exposición del drama, que se llenó de risas tentadas y pucheritos y se convirtió en un verdadero desafío para el verosímil televisivo. Lo puso a prueba, también, batiendo el récord de incidentes, separaciones, peleas y descompensaciones que puede tolerar un ser humano en pocos días.

A Nazarena no le importa que su especie requiera una “adaptación” y entonces aplica a sus enamoramientos, sus divorcios, sus cambios de empleo estructuras atípicas que no incluyen personajes secundarios (como el clan Suller o el clan “Moria”), con preferencia por la autoironía y hasta la mención a cómo construye su propia trama (con repetidas alusiones a “su personaje”). Llevó a primer plano la información que otras chicas directamente excluían de sus performances: después de Nazarena, conductores y panelistas podrían pasarse horas de programa debatiendo el robo de una billetera, o tal vez su baja “en la presión sanguínea”. Los hilos de sus puestas, sobre todo cuando se aplican a escándalos de vida cotidiana, remiten al vetusto ZAP TV que ya, en 2002, se jactaba de montar exabruptos, pero eso fue hace mucho y se sabe que en la televisión sólo es cuestión de reciclar para que parezca nunca visto. 

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