SOBRE LA ENTREGA DE LOS MARTÍN FIERRO
Los que deberían ganar

Los Martín FierroPor: Julián Gorodischer. Cada vez es más difícil equivocarse si uno intenta acertar ganadores para los premios Martín Fierro: las ternas se llenan de previsibilidad y los rubros de revelaciones y actores de reparto, que deberían poner el ojo en lo nuevo, son acaparados por figuras consagradas o estrellas juveniles con menos aptitud que rating. Yo quiero que ganen, entre la magra oferta disponible, algunos programas y nombres propios que seguí con interés en 2007, a saber:

Le daría el premio a la mejor telecomedia a Lalola, con todos los reparos del caso (la sobreactuación de Carla Peterson, el desenlace pacato, la indefinición de qué le pasa a ese “ser” con su deseo), pero entendiendo que por lo menos varió el esquema táctico de Polka de cambiar las profesiones y reiterar año tras año el triángulo amoroso. A los rubros Unitario y Telenovela los declararía desiertos: ni la repetición de la fórmula de Mujeres asesinas, ni el aire anacrónico de Mujeres de nadie y La ley del amor, ni el tono aleccionador de Televisión por la identidad me invitaron a seguir sus tramas. En la categoría “Cultural” (que vuelve tras el papelón de su omisión del año pasado), cualquier ganador estaría bien, pero premiar a El gen argentino sería una patada al corazón de la “cultura alta”, la abolición de la solemnidad (aunque también el rigor) con que se suele abordar La Cultura en otras mesas con fondo negro detrás, y hasta me parecería simpático el acto de reconocer a un “cultural” que incluía la payasada de nominar y echar a nombres notables de la historia vía voto telefónico: sería un cross a las conciencias bien pensantes que suelen tranquilizarse cuando se achican los márgenes y se restringe el acceso. 

Por el mero encantamiento que me produce su presencia en la pantalla, voto a Natalia Oreiro como protagonista de comedia, reconociendo su discreta dote actoral. Por el mismo motivo le daría el de Revelación a Brenda Asnicar, la “divina” de Patito Feo: nunca subestimé el carisma y la fotogenia –porque en realidad siempre creí que no hay tanto más allá para considerar en el marco de una “tira”- para determinar un/a favorito/a. Elegiría a Andrea Politti con los ojos cerrados no por el show de pesar al gordo en cámara ni por la manera en que se lo exhibe como en una galería de freaks, sino por esa conexión con la sociedad civil que se dio en la organización de marchas y apoyo al proyecto de una Ley de Obesidad en el Congreso: si la ley se aprueba, seguro que Cuestión de peso habrá tenido algo que ver, al menos en la rapidez del trámite, y ése no es un gesto desdeñable. En Entretenimientos, reconocería que El último pasajero, pese a su planteo poco original, fusionó la expectativa retro por el viaje a Bariloche con un espacio para que aflore (mediante desnudos parciales, besos cruzados y juegos físicos) la sensualidad de los lolitos, como no sucedía desde el viejo Jugate conmigo de Cris Morena.

Más allá de su calidad probada como conductor, creo que un premio póstumo a Jorge Guinzburg aportaría el momento emotivo y la ovación de parado que le quitan a una entrega la modorra. Y el de labor periodística masculina se lo daría a Clemente Cancela, porque –a mi juicio- es el más agudo de los moscardones, y porque la semana pasada se convirtió en el primer entrevistador de un integrante de Lost (de dos, en verdad: Dominic Monaghan y Evangeline Lilly), lo cual no es poco. Mi lista (parcial, acotada, apenas una excusa para que el que lea haga la suya…, si tiene ganas) termina con Muriel Santa Ana como actriz de reparto por Lalola, porque fue lo más logrado, en verdad lo único que tuvimos en el rubro de “mejor amiga del gay” (o lo que sea que haya sido Lalo/ Lola); lo hizo con gracia en la tradición de Julia Roberts (en La boda de mi mejor amigo) o de la histriónica Megan Mullally de Will & Grace). Me gustaría ver subir al escenario, también, a los Miranda para recibir el premio a la mejor canción (por Lalola) y, de ser posible, escuchar en vivo: “Al momento de ser realista –dicen en Enamorada, letra que me identifica-, nunca me consideren especialista…Y sin embargo algo de mí cambió…Sé exactamente cómo cambió…”.

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