Crónicas + Desinformadas

Con la canonización del cura Bochero, no se trata de poner el acento en sus milagros milagrosísimos o en su vida ejemplar y santísima. Aquí lo que se trata de ver es que, lo milagroso, verdaderamente es que el santo sea argentino.

Un camino espiritual necesita un método que lo preserve. De lo contrario, sucederá lo que sucede con toda cosa en este mundo: se corrompe, sucumbe y a otra cosa mariposa. Para que eso no ocurra, los maestros transmiten unos a otros una antorcha –mucho más power que la olímpica- para que la llama de su camino se mantenga siempre encendida, siempre luminosa.

Es una hipótesis, nomás. No se ponga nervioso. Como habrá visto por el título de esta sección, acá no manejamos información de ninguna clase. Y la poca que administramos, tiene, como mínimo, meses de antigüedad. Así que, tranquilo. No pasa nada.

No tenemos nada en contra de Lilita. Queremos y valoramos su entereza, su franqueza, su epopeya anticorruptela. Su posición alta, en la escalera caracol de la moralidad. No queremos poner en duda aquí sus valores ni su lucha. Lo que queremos tratar alguito es de lo insoportable que se vuelve cuando se transforma en plaga.

Tanto clamor popular por el tarifazo. Tanto alboroto al descubrir trapitos al sol de gente escrachada en chats de WUp. Tanto enjuiciamiento público en la web al divino botón. Tanto –y acá termino con los tantos- debate que no sirve para nada, pleitos de tintas cargadas para pasar el tiempo porque en la tele no dan nada. Toda esa hoguera de vanidades puede resolverse con una sola y única medida.

Azul le pusieron los europeos que la vieron por primera vez y se pasaron el dato de que allí, en ese lugar sagrado, había 21.043 mosaicos tan azules que parecían sacados del agua. Pero esto es lo que ve la gente que no ve: apenas colores y formas. Pero lo cierto es que la Mezquita Azul, en el corazón de Estambul, Turquía, se llama en verdad, Sultán Ahmed, en honor al líder otomano que se propuso construirla allá por el 1600. Y esos mosaicos dan cuenta de 50 diseños diferentes de tulipanes –hoy en día Turquía, está en segundo puesto detrás de Holanda, en la producción mundial de tulipanes-.

Borges Jorge Luis, qué bueno que era. Sus libros, todos clásicos. Sus palabras, todas memorables. Sus ocurrencias, trascienden tiempo y espacio. ¿Quién no quiere tener aunque sea una sola de sus ideas? ¿Una sola de sus metáforas? ¿Sus máximas? ¿Sus mínimas? ¿Una punta de sus canas? ¿El tizne de barniz de su bastón? Pero, la verdad de la milanesa indica que Borges no es contagioso. Y citarlo suele tener resultados impensados. Y la mayoría de las veces, adversos.

No hay nada que le dé más temor a este mundo de calzón quitado, de bombacha al viento, y delivery pop sexual, que el recato. No vayan a hablar de pudor porque medio planeta dirá que uno es retrógrado. Un dinosaurio. Una pieza de museo destinada al polvo y al olvido.

No le llega al bandido. No le toca al loquito. Y no se mete con el corrupto. No le llega al ladrón ni al asesino. No le llega ni al vicioso. Ni al lumpen. A todos eso, los pasa por alto.

Los psicólogos, los periodistas, los expertos en nuevas tecnologías aún se preguntan si está buena o no ésta época, si hace bien o nos pega para atrás, pero los dueños de albergues transitorios están chochos. Dadas las últimas apps para conseguir sexo rápido y sin la burocracia del enamoramiento, todo el mundo coincide: en esta época se coge mucho.