La gente dirá lo que quiera –siempre, de hecho, dice lo que quiere- y los medios pondrán títulos tremendistas, escandalizados cual carmelita descalza. Sin embargo, cada vez que surge un chisporroteo social a raíz de que alguien en público, olvidó apagar la cámara sólo deberíamos darle, a ese descuido, la bienvenida. Pues, de alguna forma, nos ahorra un sinfín de tiempo perdido hasta que uno conoce a la otra persona. Esto es muy valioso y muy productivo, ya que, en tiempos de distancia social y conocerse por una pobre pantallita chata y, digamos así, chota, todo aquello que nos permita acortar distancias en el menor tiempo posible es una buena noticia. Es oro en polvo.

Entonces, para ser breve, si un legislador olvidó apagar la cámara y se puso a mamar una lola amiga, o un estudiante universitario olvidó apagar la cámara y se metió en plena clase en la bañera en bolainas, o una maestra se descuidó en clase y, con la cámara encendida, se dedicó a insultar a sus alumnos usando un vocabulario, por supuesto, rico en adjetivos, todo esto debería ser tomado como buenas noticias. A no escandalizarse, señores y señoras. A no poner el grito en el cielo. Dejemos atrás las hipocresías y a juzgar al otro como si fuéramos todos de la orden de la Madre Teresa. No lo somos. Tenemos sombra. Y tiende a mostrarse aún más con la camarita apagada.

La gente, sin la cámara, se comporta así, le guste o no le guste. Se baña en bolas, lame lolas, e insulta alumnos, compañeros de trabajo y demás. Vivamos esta intromisión forzada a la intimidad del otro –nunca conocimos tantos livings, ni hijos, ni perros y gatos y plantas de interior como en tiempos de pandemia-, como una invitación a conocer al otro y, por ende a conocernos a nosotros mismos. La pantalla es reflejo propio. Espejito rebotador. Por eso, basta de caza de brujas a gente que, en descuidos virtuales, se mostró públicamente en toda su voraz naturalidad. Devolvámosle sus puestos. Aceptemos sus disculpas. Y esperemos, silenciosa y sigilosamente su próximo descuido. Se va a poner divertido.