No es culpa de Mercado Libre ni de Amazon el hecho de que, todo tenga un precio, sea vendible y, con viento a favor hasta lo más insospechado encuentre alguien dispuesto a comprarlo. Desde tiempos inmemoriales el hombre subastó lo que fuera: desde cuadros hasta esclavos. No habría razones para alarmarse si, el boom de la subasta, escala a áreas, un poquito, truculentas.
Si no, cómo entender la subasta del momento: el disco que John Lennon autografió a su asesino a la salida del Hotel Dakota, un tremendo 8 de diciembre de 1980. El disco fue el último de John: “Double fantasy”, 14 canciones compartidas con Yoko Ono. Muchas de ellas, se volverían clásicos. John estampó su firma y el año en la portada le entregó el disco a Mark Chapman y le dijo: “¿Necesitas algo más?” La cortesía sorprendió tanto a Chapman que lo dejó ir. Pero, al regresar al hotel, volvió a encarar al músico. Lo llamó y le disparó cinco tiros. Chapman se entregó. Lennon murió a los pocos minutos en el lobby del Dakota, y Chapman se entregó a la policía. Y el disco: quedó tirado en un macetero donde se había escondido el asesino hasta que salió a matarlo. Horas más tarde, un empleado lo encontró y lo guardó. Tuvo que entregarlo como parte de la investigación al fiscal hasta que el caso se cerró Chapman fue preso –lo condenaron a 20 años y sigue en una prisión de Buffalo-, y el disco lo regresaron al empleado del hotel. El hombre lo atesoró durante años hasta que decidió venderlo por 150 mil dólares. Y tuvo, vaya truculencia, una primera subasta en el 2010: pagaron 850 mil dólares.
Y ahora, a poco de cumplirse 40 años del crimen saldrá nuevamente a remate. Esperan obtener más de dos millones de dólares. ¿Quién será el millonario que lo compre?
Aún no lo sabemos. Pero que alguien pondrá el dinero, ya lo dan por hecho.
Todo se compra. Todo se vende en esta vida. Y si viene impregnado de truculencia, también.