¿Será porque hace ejercicios físicos extremos? ¿Será porque ingiere placenta junto al café con leche de la mañana? ¿Será por algún cromosoma pixelado que se resiste al paso del tiempo? En fin, cómo corno hace Tom Cruise para estar siempre igual.
Al borde de los 60 años, parece más joven incluso que cuando estrenó Tom Cruise, mil años atrás 1986-. Y ahora, estrena su secuela. Donde su par la bellísima Kelly McGillis, que hacía de su instructora de vuelo –bellísima en los ’80 claro-, ahora se veía gorda y avejentada y declinó el papel –en verdad, ni la contactaron- . "Soy demasiado vieja, estoy gorda, aparento la edad que tengo y no es esto lo que se busca para la película”, dijo Kelly. “Prefiero sentirme segura en mi piel y fiel a mi edad que valorar otras cosas".
Pero ahí está Tom, cada día más rozagante. Cada día más lozano, fresco, primaveral. Nadie sabe a ciencia cierta qué se hace para mantenerse así. Los expertos conjeturan desde implante capilar, dietas estrictas –Tom no fuma ni bebe alcohol- a inserción de filler de hidroxiapatita cálcica y ácido hialurónico para mantener las mejillas pellizcables de un niño.
Pero claro ahí está agazapada su militancia espiritual con la cienciología, el camino espiritual que creó hace tiempo un escritor de ciencia ficción. Tom es, no sólo la cara más famosa del culto –lanza videos para atraer jóvenes, rompió con su esposa Nicole Kidman a raíz de esto, y aceptó que su nuevo matrimonio fuera aprobado por el culto-, además para la cienciología, Tom es un gurú.
"Se dice a los cienciólogos que Tom Cruise está salvando el mundo”, contó la actriz Leah Remini, ex miembro del culto. “Es considerado una deidad dentro de la iglesia”. Ahí está la respuesta, entonces: Tom no es un ser humano. Es una revival de dios del Olimpo, un Apolo devenido actor de Hollywood, que siempre sonríe, y nunca envejece. Nuestros nietos serán testigos de los nuevos estrenos de Tom, y envejecerán ellos también, y Tom seguirá y seguirá, joven por siempre. Mientras haya placentas disponibles, todo irá bien.