Aún no está del todo claro quién es realmente la Mona Lisa, lo que sí se sabe es que la obra de Da Vinci es la más cara del mundo: 2.5 billones de dólares. Será por esta cifra faraónica, o será por el misterio de la sonrisa pétrea de la Mona, no importa: el cuadro, cada dos por tres, es noticia. Y no sólo por hechos artísticos o históricos –gente que, por ejemplo, aún debate sobre qué ciudad corresponde el paisaje del fondo-, a la pobre Mona le toca de tanto en tanto caer en la sección policiales. En 1911, por primera vez, llegó a Crónica Tv –bueno, si hubiese habido Crónica Tv lo ponían seguro con carátula rojo alarma- cuando se la robaron del museo. Y estuvo así, dos años ausente. Con el hueco alarmante y la pared vacía. Hasta que dieron con el ladrón, lo metieron bien metido tras las rejas y la Mona volvió a sonreír –o esa mueca que hace la Mona- en el museo.

Aún así, nunca tuvo paz la pobre. En los ’50, sobrevivió a un piedrazo y también a un atentado con ácido. En los ’70, le tiraron con pintura roja y en el 2009 con una taza de cerámica. Y ahí la tienen a la Mona, siempre la misma, siempre joven, redondita, rozagante, enigmática.

Ahora bien, lo que nadie entiende es por qué se la agarran con ella. Cuando, como decíamos más arriba, ni siquiera se sabe a ciencia cierta a quién corresponde el retrato: ¿era la esposa del mecenas de Leonardo, el duque de Milán Galeazzo Sanseverino o era la esposa de Francisco del Giocondo? No importa. Lo que importa es que, cualquier problema que uno tenga –pues la gente que le tiró cosas reclamaba desde derechos de accesos a discapacitados en el museo hasta inmigrantes que se quejaban porque el gobierno francés le negaba la ciudadanía- se la puede agarrar con la Mona. Ya que tiene una pared para ella sola en el museo, es casi un convite para jugar con ella a la puntería.

Y así sucedió días atrás, cuando la Mona volvió a ser noticia –triste- del mundo cuando le enrostraron una tortazo –o algo que incluía crema y masa-. Se la arrojó un joven desde una silla de ruedas. Luego se puso de pie –pues claro, no era discapacitado- e hizo una perorata que pocos escucharon –porque, como es natural, estaban haciendo fotos de la Mona Lisa bañada en torta-. Pero al parecer, según recogieron testigos dijo algo así: “Piensen en la tierra, hay gente que está destruyendo la tierra. Todos los artistas piensen en la tierra. Por eso hice eso”, lo llevaron preso –obvio-. La Mona Lisa fue, al instante, limpiada con trapitos y productos de limpieza de primera línea. Aunque, para limpiar al mundo hacen falta otra clase de trapitos. En especial, para quitarle las manchas de la estupidez.