Todo comenzó con la pandemia. O mejor dicho, todo acabó con la pandemia. Miles y miles de empleados en medio planeta, obligados a regresar a sus empleos tras un par de años en casa, decidieron cortar por lo sano y renunciar.
Las empresas, antes vigorosas y siempre inclinadas a exigir mayor esfuerzo, de golpe y porrazo descubrían una deserción preocupante a gran escala. Los empleados se dieron cuenta de que 5 días a la semana, ocho horas al día, más horas extras y un tiempo irrecuperable de viaje entre ir y venir, le costaba algo esencial: su propia vida. Pues si aún no se ha dado cuenta: la vida es tiempo. Y básicamente una vida se diferencia de otra en base a lo que uno hace con ese tiempo. Y claro, excepto que sea un workaholic o tenga la camiseta puesta de su compañía, lo cierto es que, pandemia mediante, muchos descubrieron el sabor de quedarse en casa y vivir la vida que dejaban cada día atrás en camino a la oficina.
Es así como, para recuperar el espíritu de trabajo perdido –y sobre todo a sus empleados-, las empresas se inclinan cada vez más a ofrecer jornadas laborales de cuatro días a la semana. Y tres de descanso. Incluso una organización, 4 Day Week Global, lanzó un experimento mundial donde 33 empresas, monitoreadas por expertos de universidades prestigiosas, ensayaban la reducción laboral y veían qué sucedía. El experimento fue un éxito: trabajadores más felices, menos estresados y, curiosamente, la productividad en ningún caso había descendido. De hecho, en muchas empresas incluso había subido. De ese experimento, 27 de esas 33 empresas, mantuvieron el esquema: 4 días de sudor y 3 de rascada de ombligo.
Este asunto de arañarle un día al mercado laboral es un debate aún a final abierto. Muchos gerentes consideran que, un día menos de trabajo, impacta lógicamente en la producción. E incluso puede generar más estrés: mismas metas en menos tiempo, dará como resultado empleados más presionados que antes. Y a la larga, dicen los que descreen del día extra libre, esto impactará en una baja de salarios. ¿O pensaban seguir ganando lo mismo trabajando menos?
A decir verdad, en poco tiempo, la inteligencia artificial escalará tan alto y a tanta velocidad que, pronostican, para el 2025 la mitad de los empleos lo harán las máquinas. Con lo cual, es de estimar que, más que un día menos de trabajo, medio planeta se quede sin trabajo en absoluto. Con lo cual pondrá al mundo en un dilema: qué hacer con tanta gente que saborea la vida, sale a pasear en familia, toma helado aún en invierno, y se resiste cada vez más a trabajar, mientras las máquinas, deseosas de ganar terreno, con el sudor frío de todo aparato y la ambición de todo ser sin alma, trabajarán y trabajarán, sin descanso, sin feriados ni vacaciones. Tal vez llegue un día en que, estas mismas máquinas se harán tan inteligentes que decidirán masivamente que debemos volver nosotros a trabajar por ellas. Y ellas tendrán derecho a tomarse unas merecidas vacaciones y a convertirnos a todos, de la noche a la mañana, en sus esclavos por toda la eternidad.