Las noticias de Marte son cada día más entusiastas. A los anuncios de Elon Musk de proyectar la primera colonia humana en el planeta rojo, se sumaron ahora los descubrimientos científicos que todos esperaban: efectivamente, al parecer, en Marte hay agua. Bueno, no lagos ni ríos a disposición, sino bloques inmensos de agua, tierra adentro, suficientes para verter el contenido de un océano en un planeta árido y frío.
Todas estas noticias hacen que la humanidad sueñe despierta. Sería la primera vez que el ser humano abre una sucursal en el espacio. Y de ese modo, se abre todo un sinfín de sueños renovados y proyectos a escala interplanetaria.
Musk dice que en pocas décadas, dos o tres, veremos las noticias de la primera colonia humana ya perfectamente estabilizada e independiente viviendo a sus anchas la vida marciana. Abaratando los viajes espaciales, y generando más frecuencias y, por supuesto, más seguridad, se espera que el tránsito hacia Marte sea cada vez más una meta para toda persona con dinero suficiente para volar hacia el espacio exterior.
Es de esperarse que en poco tiempo, con la colonia ya instalada, nos lleguen noticias de que Marte tendrá su primer nacimiento marciano. Su primer jardín de infantes. Su primera cosecha de árboles frutales, made in Marte. Su equipo de fútbol. Su película filmada en suelo 100% marciano. Nos llegarán, ya lo verán, cada vez noticias más auspiciosas: que la vida en Marte es un paraíso, que el silencio del espacio, el atardecer en Marte, y el tiempo ocioso que uno tiene allí para pensar el futuro y su misión en el mundo, lo convierten en un lugar único en la vía láctea.
Nos enteraremos que, en poco tiempo, el influencer tal ha decidido hacer las maletas y radicarse allá, y un tendal de seguidores se romperá el bolsillo con tal de seguirlo. Desembarcarán los primeros políticos en pos de hacer campaña para ser los primeros gobernadores en Marte. Viajarán las primeras mascotas. Y con los años, y la facilidad del transporte nos enteraremos que el amigo de un amigo, o un vecino de nuestro tío, han vendido sus casas y comprado un terreno allá en el espacio. Nos asombraremos con la noticia pero luego será costumbre: gente, cada vez menos, que decide quedarse, y gente, cada vez más, que decide partir.
Tal vez la vida del ser humano en el planeta Tierra no se extinga por un cataclismo o un descalabro climático, simplemente se extinga por mero aburrimiento. Pues, con todas las miras puestas en Marte, ya no habrá gente ni para armar un fútbol 5. Los noticieros y los periódicos, cada vez más interesados en los sucesos interplanetarios, dejarán de ocuparse por informar las peripecias de los pocos rezagados que aún queden en la tierra. Y así, poco a poco, la naturaleza ocupará su lugar y los felinos conquistarán las calles. Y los pocos habitantes que queden, serán erradicados con una bandada de mosquitos.
Y Marte será un sueño hecho realidad. La visión y la entrega heroica de una primera generación de colonos que dieron sus vidas en pos de un mañana potable en el planeta rojo. Serán nuestros héroes. En Marte les dedicarán himnos a esta gente. Netflix, o como sea que se llame, estrenará pelis en 5D, sobre sus gestas legendarias en tiempos donde no había nada más que coraje y determinación. Y, claro, el tiempo que todo lo acomoda, también traerá la sombra: llegará el primer crimen marciano, la primera estafa, la primera banda ciber narco desmantelada. Y en algunos siglos quizás, los mismo marcianos se cansarán de los inviernos en Marte, de la amenaza de los ladrones de naves espaciales, y ya no encontrarán divertido sus atardeceres, ni las caminantes con gravedad 0. Y así, poco a poco, los veremos de regreso, alquilándose un monoambiente en el microcentro porteño. Hablando maravillas de los piquetes. El ruido de bondi. Y la dulce música de bocinas y griterío 24-7. La sensación de estar nuevamente de vuelta en casa.