El cambio climático ha convertido poco a poco a nuestra nación en un país tropical. Ahí tiene las consecuencias: el dengue, lluvias torrenciales, y un presidente como Bolsonaro.
Lentamente, y sin que nadie lo perciba, los inviernos se acortan, las fábricas de bufandas se funden y los paragüeros se multiplican. Lenta y sin pausa, las arañas copan las casas, los desagües huelen a turbiedad, las napas crecen, y la atmósfera se llena de un aire tropical nunca visto excepto en el Amazonas.
Año tras año, llegarán las noticias de apariciones de los primeros monos en el primer cordón del Conurbano. Algún que otro yacaré en los bosques de Palermo –y por qué no, alguna que otra víctima fatal de ese yacaré-. La gente adoptará de mascotas a boas constrictoras y hará videos de tik tok virales. La ciudad será una selva pero ya no de cemento. Habrá murales verdes con plantas carnívoras para imprimirle más adrenalina al barrio. Los perros y los gatos, y las vacas y las gallinas, es decir nuestra fauna autóctona, no sabrá bien qué hacer ante la invasión del bicherío tropical. Los medios sensacionalistas se darán panzadas de titulares con la irrupción de animales multicolores reptando en la peatonal Florida. Las letras de tango y trap y cumbia villera se harán cada vez más alegres, más festivas, menos melanco. Pues, como todo el mundo sabe, la alegría es sumamente tropical.
Y así, cuando menos uno lo espere, cada febrero se dispararán comparsas, plumas de colores, carrozas entrando y saliendo por la 9 de Julio, abriéndose paso entre nubes de mosquitos cargados de pestes. Los argentinos estarán tostados hasta en pleno junio. Y saldrán con el pecho al viento, en invierno que ya de crudo invierno no tendrá nada. Las piletas se mantendrán con cloro todo el año. Y Marpla, La Feliz será feliz los 12 meses del año.
Claro, con tanto calor en el planeta, lo más probable es que los polos se derritan, el nivel del mar crezca y muchas ciudades costeras se inunden. Pero no por eso, va a aguar la fiesta del carnaval argentino que, una vez que inicia, nada lo detiene.