Nadie sabe a ciencia cierta si vivirá más o no, si llegará a viejo o no y sobre todo, cómo lo hará. Sin embargo, hoy en día, la ciencia está enfocada a que el ser humano viva, como mínimo 100 años al precio que sea. Hay programas de desintoxicación. Y de detoxificación. Que suenan parecido pero no son lo mismo.
Cada dos por tres aparece un nuevo gurú con una receta que, jura, nos hará vivir vidas centenarias –aunque no nos dicen bien a qué hobbies podremos dedicarnos si vivimos tanto tiempo-. El asunto aquí es vivir. O mejor dicho, sobrevivir.

Que hay que dormir bien: mínimo ocho horas. Que no hay que estresarse. Que café no. Que escabio no. Que harinas, menos. Que carne a la noche, ni loco. Que salir a transpirar la camiseta tres veces por semana. Que hay que poner religiosamente el trasero en el verde césped. Que hay que cortar los pensamientos y dejarse fluir con la nada misma. Que, uf, las recetas son tan largas y tan variadas que hacen pensar que, para tener una vida así de restrictiva, es mejor vivir 50 años libremente pero feliz.

Estos gurúes de la longevidad tienen unas listas de archienemigos que, por supuesto, han sido nuestros amigos a lo largo de nuestras vidas. Y a la cabeza de ello está el pan. Y los dulces. Y la leche. Que ellos son los culpables de nuestro mal humor, así dicen, de nuestra hinchazón estomacal, de nuestras malas vibras, mala vida, nuestro mal humor, en fin: es la tríada de que la pasemos tan mal.

Tal vez usted le echaba la culpa de sus males al gobierno, a la inflación, a la tasa de inseguridad, o la falta de trabajo, y resulta que al final la culpa la tenía la tostada con queso untable que se mete en vena cada mañana. ¿Quién podría decirlo?

A decir verdad, lo que más incomoda es que estos gurúes de la longevidad no se pongan de acuerdo. Uno tiene una receta. Otro, otra. Y cada mes, hay libro nuevo de un flamante gurú, y hay que hacer borrón y cuenta nueva. Dios mío, ¿no pueden coincidir en algo, muchachos?

Tal vez el gurú anterior en lugar de hacernos longevos nos hace “cortevos” y resulta que la fórmula nos ha quitado 30 años de vida, que debemos recuperar con el siguiente gurú. En fin.

Déjennos, señores en paz. Que cada uno viva lo que tiene que vivir. Pero que viva feliz, comiendo tostadas con mermelada a la mañana, café cuando se le ocurra y torta para darse un merecido. Y, sobre todo, entregado al dulce estrés de la vida moderna de cada día.