Claro entre tanto dato del dólar que sube y baja. La inflación que baja. Y Gallardo que no gana. Es que la noticia ha pasado por debajo de la alfombra. Y con el sabor semiamargo que deja el año que se va, quedaron algunos hallazgos que, si no es por unas notas sueltas en los medios, y cierta mención discreta en noticieros en horarios pocos centrales, pasaría sin pena y sin gloria.
Pero lo cierto es que el 2024 ha dejado en el mundo de la ciencias el descubrimiento de, escuche bien, muchas plantas nuevas y hongos que ni siquiera sabíamos que existían –claro, bueno, de hecho, por eso fueron descubiertas-.
En total, fueron 149 plantas y 23 hongos en lo que fue del año y muchas de ellas rarísimas: hay palmeras fantasmales de Borneo –vaya a saber si asustan a los niños del lugar-, orquídeas nunca vistas en Indonesia, plantas que, por más que nos hayan repetido en la escuela, no tienen fotosíntesis –y viven de un extraño hongo-, y así. Y otras que parecen sacadas de la saga de X Men.
Parece que, en materia de botánica siempre hay algo nuevo bajo el sol: fantástico, colorido, atrapante. Y la naturaleza, por más que le demos la espalda, siempre tiene noticiones para darnos. Ahora bien, ¿para qué sirven estas plantas nuevas? ¿Serán la cura para el cáncer o remediarán la estupidez humana? Nadie lo sabe.
Lo que sí se sabe es que, muchas de las especies nuevas descubiertas, no serían por supuesto tan nuevas y de hecho, estarían al borde de su extinción. Si seguimos así, advierten los científicos, muchas especies morirán y desaparecerán de la faz de la tierra y ni siquiera habremos llegado a identificarlas, olerlas, sacarles selfies subirlas a las redes y ponerles un bonito nombre. Una pena.