Tiempo atrás, un amigo me anunció que a su madre iban a quitarle un tumor del cerebro. En lugar de contarlo apesadumbrado, mi amigo lo narró con una sonrisa como si dijera que su madre festejaba cumpleaños o se iba de viaje en crucero.
Otro vecino, ya mayor, albañil, ríe tanto y 24/7 que una vez lo convocaron del programa de Susana –no es broma- y lo llamaron “el hombre que ríe”. Cada vez que lo cruzo, le recuerdo el episodio y obvio: al vecino le brillan los ojos y se ríe.
No quiero que se me malentienda: me encanta la gente que es feliz y me alegro por ella, sin embargo, algo interno se me chisporrotea con cierta gente que ríe. Sobre todo, cuando uno ve una disparidad entre la risa y el contenido. Entre los dientes y la desazón interior.
Porque, claro, ni este amigo que operaban a su madre, ni este vecino albañil, como todos, no pasaban por momentos muy pum para arriba, y aún así sostuvieron y sostienen siempre la sonrisa como quien sostiene un piano en el aire. Y uno puede ver el esfuerzo enorme que lleva levantar toda esa musculatura facial en pos de, al menos, mantener la fachada en pie, aún cuando la casa se caiga a pedazos.
Será por eso que nunca me gustaron los payasos –y eso que, de chico, no había leído It de Stephen King-. Sin embargo, sospechaba que la sonrisa pintada del clown, ocultaba un pozo profundo barroso lleno de desagracia y miserias. Desconozco si el Guasón, el prototipo del que sonríe y tiene vida difícil y la pasa como el traste, ha influido en desconfiar de los payasos. Pero seguramente, alguna señal de alerta nos ha inoculado a tantas generaciones.
Dicen que, a diferencia de lo que la gente cree, el dinero no atrae a la felicidad. Lo indican las estadísticas. Lo que sucede es precisamente al revés: la felicidad atrae dinero. Es decir, cuanto más feliz se es, más gente habrá dispuesta a hacerle propuestas de negocios. Más cara de traste, más dispararán de su lado.
Pero, ¿qué pasará con la gente que ríe y no es feliz? ¿Habrá un premio consuelo para aquel que la pasa como el traste pero al menos le pone garra? Debería dar un subsidio el estado para esta pobre gente, antes que la construcción se desplome por completo.