En el 2024, llegó una noticia que pasó, para muchos, inadvertida: ahora uno puede abonar la propina con billeteras virtuales. Es decir, no más ni moneditas, ni billetes arrugados. Ahora, los mozos reciben y se le acreditan las propinas en su cuenta. Y a otra cosa mariposa.

La propina virtual se sumó también a otra tendencia en alza: los mendigos que mendigan giros de dinero, con el alias y su QR de rigor. 

No sé a usted, lector, pero cada vez que me toca pagar con efectivo y el comerciante devuelve dinero de 100 o 100 o aún de 50, me pregunto: ¿y ahora dónde colocaré este dinero, cada vez más envejecido, endeble, a un paso de la extinción final? 

Tanto prohombre que ha dedicado su vida para lograr un himno, un busto, y también un billete ahora verá su rostro decaer junto al papel moneda que, dentro de poco, no servirá ni para sonarse la nariz.

Hemos tenido una larga historia con los billetes y poco a poco, llega el momento de despedirnos de ellos. 

Me pregunto cuál será la última actividad que uno deberá abonar con dinero en papel. ¿La bolsita de chipá en el subte? ¿Comprar merchandising retro que, como su espíritu lo impone, sólo aceptará billetes? ¿Seguirá la mafia y todas las operaciones ilegales aceptando billetes para no comprometer su identidad? Es decir, ¿los sobornos sólo se harán en efectivo? 

Tal vez, no tan lejos en el tiempo, un hombre sostendrá un billete, un último billete, como una especie en extinción, lo blandirá triunfal como todo acto final de lo que sea, lo entregará al último comerciante que acepta cash, y así será cómo ese último hombre, descubrirá que ese último billete era falso.