Ahora que todo el mundo habla de la adaptación en Netlix, del hito del cómic El Eternauta, podemos hablar aquí de un tapado en esta historia: el gran Francisco Solano López.

Solano fue el dibujante de El Eternauta y como cualquier amante del cómic sabe, el artista es básicamente el alma del proyecto. Podrá uno, como autor, construir la historia y llevar el hilo, pero eso que vemos es sobre todo, una volcada creativa del corazón del dibujante.

Conocí a Solano y lo visité varias veces en su departamento. Noviaba con una chica más joven –“pero dormimos en casas separadas”, me dijo, “el mejor formato que encontré de pareja”-, y desde hacía tiempo, soñaba con hacer volver al Eternauta. Por lo que me deslizó, tuvo unas idas y vueltas con los descendientes de Oesterheld, para poder retomar la saga. Pero tras mucho renegar, había logrado tener la aprobación para seguir con la historia.

Aún así, como sucede con los clásicos, estirar el Eternauta había sido un trabajo en vano. A pesar de que Solano había convocado a grandes guionistas para continuar la saga, parecía que, sin Oesterheld, el Eternauta no iba para atrás ni para adelante.

Por ese entonces, Solano se ganaba la vida editando tiras en Italia, de alto contenido erótico –además de dibujar alienígenas y nieve tóxica, era un capo dibujando bellas mujeres-, pero sentía que el Eternauta debía continuar. Aún no sabía cómo ni de qué forma.

Por entonces, yo trabajaba en Revista Nueva, el dominical de los diarios del interior, así que, con ese puente, pudo volver a publicar el Eternauta en dosis semanales. Aún así, el bronce es el bronce: y siempre remitía al original. Todo agregado, parecía superfluo, liviano, evitable.

Sin embargo, Solano era un tipo bárbaro. Cortés, optimista, y sobre todo, humilde. Jamás te imaginarías que ese viejito delgado, que te servía café, y mate, y galletitas y parecía tener todo el tiempo del mundo para escucharte y escuchar con atención la pavada de tus proyectos –hasta tuve el descaro de hacerle llegar un cuento para hacer un cómic- y poner una sonrisa y darte palabras de aliento. Francisco falleció en 2011. Y Oesterheld, como todo el mundo sabe, mucho antes, en medio del atropello militar.

Así son los genios: bajo perfil, sabios, entusiastas. Y saben bien que un clásico es un clásico. Y el Eternauta seguiría esperando el tiempo suficiente -70 años desde su publicación- para volver a tener el homenaje que se merece. No dudo que él, y Oesterheld, habrán visto el estreno en Netflix. Desde donde sea que estén.