Es una hipótesis, nomás. No se ponga nervioso. Como habrá visto por el título de esta sección, acá no manejamos información de ninguna clase. Y la poca que administramos, tiene, como mínimo, meses de antigüedad. Así que, tranquilo. No pasa nada.

Pensamos –y sólo pensamos, es decir, sugerimos- que un mes sin fútbol podría traer efectos más que positivos en este país tan largo y siempre tan espacioso para plantar maíz, soja y chimentos.

Póngase un momento e imaginemos juntos: todos esos cientos de periodistas profesionalísimos, que desmenuzan partidos y performances de jugadores con tanto esmero y seriedad. Si todas esas páginas y esas horas de aire en radio y tevé, de pronto, no tuvieran tema para el debate. No hubiera jugada para repetir. Ni polémica para meter leña. Imagine si todo eso, ese espacio vacío, se sucediera a lo largo de un mes.

Maridos que se verían obligados a tener que charlar con su esposa e hijos. Hijos ya mayores que los domingos no les quedaría otra que visitar a mamá. Periodistas profesionalísimos y muy serios que deberán, faltos de tema, abordar asuntos tales como la pobreza galopante, el uso descerebrado de tecnologías, y cómo el cine y la tevé convierte una sociedad en un grupo de peleles.

Imagine ese escenario, sólo gracias a un mes donde no haya fútbol. Pero nada nada de fútbol. Que nadie patee una sola pelota. Y que las redes de los arcos sólo sean atravesadas de tanto en tanto por un pajarito. De pronto la renuncia de Tévez deja de ser noticia y a nadie le importa.

Imagine esa vasta materia gris colectiva, ya sin el hechizo de una pelota y 22 tipos corriéndola, ahora al servicio de causas nobles y sensatas. Sin peleas idiotas por camisetas que, en verdad, son sociedades anónimas.

No se preocupe y no se estrese. Es sólo una conjetura. Además, si llega a suceder, siempre puede poner Espn y ver fútbol europeo. Y que mamá espere. Total, las madres siempre esperan.