Vamos a poner punto final al debate por el topless tripartito en playa familiar de la costa atlántica. Creemos que es hora de que esta acalorada discusión llegue a su fin. Por ello, nos vemos en la necesidad de emplear este espacio tan prestigioso del sitio también sumamente prestigioso para decir unas palabras concluyentes al respecto y dar por zanjado tanto twiteo, mesa redonda, y análisis de dos bandos que lo único que han traído fue sumar metros a la grieta social, o, para ir entrando en tema, al tajo social.

Mientras de un lado, algunos ponderaron la libertad femenina por lucir el frente al viento igual que los varones, del otro, remarcaron el halo aún peligrosamente festivo que conserva una lola en el inconsciente colectivo nacional.

Una lola no es joda. No tiene aún rango lateral e inocente, de mejilla. No tiene sólo reminiscencias anatómicas como puede ser un tobillo, un peroné, una falange, que no merecen debate, ni líneas en los medios, ni escándalo público.

Una lola deja de ser alimento y, ya un niño de más de 10, lo considerará objeto de deseo. Por lo tanto, descubrirla en playa pública tiene detonancias sociales imprevistas. Y si esa playa tiene espíritu familiero, de burako intersombrilla y tejo intergeneracional, el eco es aún más incontrolable.
Una lola sale y no sabe nadie adónde llegará el asunto. ¿Acabará como piedra fundamental para transformar ese cúmulo de arena en playa nudista? ¿Acabará como un viva la pepa donde ancianos y niños arrojarán, contagiados y entusiastas, sus shortcitos y zungas al mar? ¿Intervendrá, como sucedió, la poli y nos recordará que el ser humano además de adorar a las lolas como a virgencita de Guadalupe, también es un ser moral?

Desde este humilde espacio, hemos llegado a la solución. Una respuesta para que tanto conservadores como progres, tanto familias como jóvenes que quieren mostrar sus frentes de batallas, gocen de su libertad de expresión corporal, y su libertad de ojo playero.

Creemos que, de ahora en más, cada playa deberá tener sectores claramente marcados. En el sector derecho, irán las familias. En el sector izquierdo, los libres pensantes del verano. Y en el medio, las chicas que quieren mostrar lo más profundo de su ser expresado en lo más externo de su ser: las gomas. Las mujeres en cuestión, podrán ejercer su derecho al lolaje con ciertas limitaciones. La lola izquierda, de cara a los progres que creen que la desnudez es derecho universal, podrá ir al descubierto. La lola derecha, de cara a las familias atemorizadas de que una lola se infiltre en su paisaje de olas, viento y nada de sucundún, debidamente cubierta.

Y con esto, todos contentos. A nadie se le niega una lola. Pero ya dos: son multitud.