En este mismo honorable espacio, ya hemos elogiado la apuesta de OA, la serie de Netflix que exploraba la vida más allá de la muerte. Y ahora, descubrimos, entusiastas, el hallazgo de “El descubrimiento”, un largometraje que transforma esa misma experiencia paranormal en un drama emotivo movilizador.

Históricamente, el cine y la tevé nos mostró que el cine paranormal siempre iba ligado al horror. Posesiones diabólicas. Fantasmas. Vampiros. Y fenómenos poltergeists. Es a causa de años y años de maleficios paranormales, que mucha gente, cuando se trata de temas relacionados al espíritu y la expansión de conciencia, tenga tantos reparos: temen que, alguien del otro mundo, venga a tomar venganza por meterse en donde no es debido.

A Dios gracias, con la serie OA, sobre un científico loco que experimenta con pacientes apresados, para ver qué hay más allá de la vida, y ahora con “El descrubrimiento”, protagonizada por el inmortal Robert Redford, se abre una puerta para tratar los fenómenos de experiencias con la muerte, en la medida justa. Con respeto. Apertura. Y sin golpes bajos.

“El descubrimiento” es una perla con capas y más capas de lecturas. Para hacerla corta y no romper el misterio: el descubrimiento se basa en la experiencia de un científico que descubre que la muerte es sólo un viaje de la conciencia a otro plano. Lo descubre y certifica. El mundo, de pronto, en lugar de celebrar el hallazgo, comienza una serie imparable de suicidios: total, si no hay muerte, de qué vale la pena la vida.

La historia se enmarca en una isla donde el hijo neurólogo y descreído del científico que descubrió la vida después de la madre, visita a su padre, quien montó allí un centro para devolver el sentido de la vida a aquellos que ya lo han perdido. El cinismo, la acidez y la actitud pro muerte de la mayoría de los personajes, tiñen la peli de pesadumbre existencial. Hay secretos familiares. Hospitales tapados de cadáveres. Y muertes que impiden seguir adelante. Lejos de ser un dramón, “El descubrimiento” se mueve con equilibrio entre la atmósfera paranormal, y la pregunta sobre el sentido de la vida.

Los buscadores espirituales, siempre apelábamos a “Ghost: La sombra del amor” para rescatar la única vez en que el cine abordó con respeto el tema de la experiencia más allá de la muerte, pero la peli se iba poniendo cada vez más añeja –tiene ya 25 años- y no había ninguna que llegara a remplazarla. Ahora, “El descubrimiento”, sólida, misteriosa y jugada, saldó una vieja deuda. Larga vida al verdadero cine paranormal. Sin vampiros. Sin sustos. Puro y eficaz, como la misma muerte.