Tiene todos los ingredientes de una serie policial copada. Una conspiración. Un misterio. Traiciones, romances. Un toque paranormal para darle vuelo. Me tragué, sediento, los diez episodios de la primera temporada de Pulsaciones en lo que corre un fin de semana y entendí que esta es una de las mejores series españolas policiales de todos los tiempos. Me animo a decir esto especialmente porque, si mal no recuerdo, no he visto ninguna otra serie policial made in España. Así que: ¿qué más puedo decir al respecto, no?

A decir verdad, si uno hila finito, Pulsaciones recuerda a la triología Millennium, del sueco Stieg Larsson donde un periodista quita capas y capas de mentira en el poder como si fuera un alcaucil gigante. En Pulsaciones un médico, recibe el corazón de un periodista que acaba de morir, según dicen, en un accidente de motos y recibe, con él, parte de sus recuerdos. El médico es un mequetrefe que toma pastillas, un tipo que sólo le importa su propio culo. El periodista, en cambio, es un samurai de la verdad, que estaba metido en una investigación de desapariciones cuyos hilos llegaban hasta límites insospechados. El corazón al médico lo transforma. Da un vuelco a su vida. Y lo pone de narices a resolver el misterio de la muerte de su donante.

Los creadores de Matrix hicieron una serie para Netlix que jugaba con la idea de la interconexión entre personas: Sense 8. Pero a juzgar por los resultados, y a pesar que la anunciaron con bombos y platillos, y seguramente tuvo cien veces más presupuesto, Pulsaciones está mucho mejor lograda. Es tensa hasta el final. No hay vacíos. No hay descanso. No hay huecos en la trama. Los personajes son potentes. Convincentes. Envueltos en su propio dramatismo. Y todos ellos marchando al ritmo de un corazón que no ha dejado de latir su verdad.