Es el capo de todos los capos de la motivación. Nadie como él puede convertir el drama en músculo. El obstáculo en trampolín. Se llama Tony Robbins, parece Arnold Swarzenegger, y a sus seminarios asiste gente de todo el planeta -200 mil al año-, son doblados en vivo y entre sus clientes estuvo, alguna vez, Nelson Mandela, Lady Di y la mismísima Madre Teresa. Su mayor logro es un seminario de una semana, que dicta una vez al año cuesta cinco mil dólares: Cita con el destino. Y que tras décadas de celebrarlo, fue, por primera vez, filmado en un documental irresistible que muestra a Robbins en acción: “No soy tu gurú” –lo puede ver en Netflix-. Tony putea, hace chistes, empuja al límite a los participantes, y todo sin perder la sonrisa. Lo que otras terapias tardan años en lograr, Tony dice que, puede obtener los mismos resultados en menos de un día. Ver para creer. “A veces hay gente que tarda diez años en hacer un descubrimiento, sin embargo ese descubrimiento sucede en un instante. En mis talleres la gente puede tener muchos descubrimientos de esa clase, descubrimientos ilimitados”, promete a los asistentes.

Antes de transformarse en referente de la autosuperación personal, asistir a atletas, a estrellas de Hollywood, y hasta al ejército de Estados Unidos, Robbins era conserje de hotel. Tenía varios kilos de más. Comía como el traste. Y sus propios pensamientos de derrota lo volvían loco. Pasaba los días preocupado para que su viejo auto lo llevara hasta el trabajo y luego lo llevara hasta casa. Tuvo una madre sobreprotectora que tomaba ansiolíticos y alcohol. Y él debía ocuparse de ella y de sus hermanos. Un día dijo: “Hasta acá”. Miró su vida cara a cara y, decidió que, desde entonces, crearía un nuevo él. Así como lo escucha. Tony tocó fondo y, con la fuerza de voluntad se despojó de viejos hábitos y decidió que, en lugar de que la vida lo contralara a él, él pasaría a controlarla a la vida.

En poco tiempo, y gracias a un puñado de técnicas que van del lenguaje corporal a la programación neurolingüística, Robbins se hizo imparable: se transformó en exitoso emprendedor, en orador atractivo y popular, y la bisagra de su vida fue el mejor ejemplo de que, todo el mundo puede lograr lo que quiere. Él pone la lupa sobre por qué fracasamos en querer cambiar nuestra vida. Cómo normalmente somos nuestro peor enemigo. Y revela cómo las palabras que nos hundieron, también pueden ser, reenfocadas, las que pueden sacarnos del pozo.

Robbins no es un improvisado: lleva varias décadas dando seminarios. Escribiendo libros de autosuperación. Y sus talleres son ya en sí mismos, ritos iniciáticos y algunos incluyen para superar miedos: una caminata descalzo por brasas ardientes. “El que supera eso puede emprender cualquier cosa”, desafía Robbins.

Hoy, Tomy tiene 18 empresas. Es millonario. Vive en una casa divina con vista al mar. Salta en la cama elástica para mantenerse en forma. Medita cada día escuchando música de cara a la playa. Lo que se dice un ganador. Y todos eso, usando las palabras correctas.