Se llama el General y el hombre inventó el reggaetón, el ritmo más contagioso, febril y meneante del planeta. Concibió un puñado de hits en los ’90 que lo inmortalizaron y asociaron su nombre y sus letras a esa parte del cuerpo femenino que va de la cintura hacia abajo. “Te ves bien buena”, “Tu pum pum” y “Muévelo”, fueron su trinidad de caderas. Y ahora, en plena hora de reivindicación feminista, el General renunció a su cargo y a su podio –se hizo millonario y le llovieron seis Billboards y 32 discos de oro- para abrazar a Dios y que Dios lo abrace a él. “El reggaetón es música de Satanás”, dijo, ahora convertido en Testigo de Jehova para alarma de sus fans y sus fansas que lo entronaron rey del boliche, la noche y la mar en coche.

El General, un panameño llamado Edgardo Franco, de 47 años, se retiró de las pistas en el 2004, abdicó al trono y ahora es pastor y predica la palabra del Señor. Él era, de joven, testigo de Jehová pero el reggaetón lo mandó por la canaleta: cosechó mujeres, dinero, se drogó, se emborrachó, y se sometió a ese otro dios, de millones de reggaetoneros, llamado nalgas.

Es curioso: también el talentoso músico Prince, murió siendo predicador de los Testigos de Jehová, y vivió arrepentido por un puñado de sus canciones más sexuales y cachondas de su repertorio. Los fieles que lo conocieron decían que tenía un perfil bajo asombroso.

Y ahora es el turno del General, quien dejó las redes, la noche, el baile y le hizo un corte de manga al ritmo del momento. Desde este humilde lugar le pedimos a Daddy Yankee, Luis Fonsi y tanto otro adorador del meneo, que sigan el ejemplo del padre de la criatura, y se dediquen a ritmos más decentes como el bolero, la bachata y el canto lírico.

Vaciar el reggaetón de sus referentes va a traer, como correlato, hombres menos babosos, mujeres más en paz con sus cuerpos y una disparada en el consumo de alfajores y tortas a nivel mundial. Al fin de cuentas, qué hay de malo en juntar un poquito de grasa en las caderas, si no pregunten al pintor barroco Rubens o al más reciente Botero, que hicieron de las mujeres rellenitas musas de sus obras. De lo contrario, la humanidad irá en una coreo masiva, meneante y festiva, con mucho pum pum y mucho totó directo al infierno.