Tomar un remedio no es sólo una cura. Tiene, como todo el mundo sabe, sus efectos colaterales. Los coletazos físicos, es cosa sabida, basta con verlos detallados en la letra chica del prospecto. Ahora bien, el alcance psicológico de esos efectos colaterales, parece, gracias a recientes descubrimientos, mucho más profundo de lo que imaginamos.

Hay remedios para el asma que generan hiperactividad y déficit de atención. Antidepresivos que provocan que los consumidores tomen riesgos innecesarios. O el consumo de Paracetamol –uno de los fármacos más usados del mundo- que generaría en pacientes falta de empatía. ¿Falta de empatía? Así es. Dominik Mischkowski, investigador sobre el dolor de la Universidad de Ohio, en Estados Unidos, puso la lupa sobre los efectos profundos y sutiles del Paracetamol en la personalidad. Hizo un estudio entre estudiantes y la conclusión lo dejó pasmado. "Así como tenemos conciencia que no debemos manejar bajo la influencia del alcohol”, reflexionó, “no querríamos tomar paracetamol y luego ponernos en una situación que requiere que respondamos emocionalmente".

Los efectos psicológicos de los remedios más recetados son desconocidos por la mayoría de los pacientes. A veces, la culpa, el miedo, la ira y hasta los celos podrían estar más ligados a coletazos de medicamentos que a sentimientos genuinos. 

Estudiar cómo impacta todo esto en la psiquis –al menos, hasta que dura el tratamiento- debería crear conciencia social y encender alertas. Así como hay naciones con crisis de hambruna y desnutrición, hay naciones con crisis de obesidad y sobremedicadas. Un norteamericano compra, al año 298 pastillas de paracetamol –se gasta 1200 dólares al año en remedios-. Traducido a la luz de los nuevos descubrimientos: tendrá una población desconectada emocionalmente, al menos, lo que dure el efecto. 

Estas investigaciones abren la puerta a un sinfín de demandas de gente que comete todo tipo de truculencias, y ahora quiere adjudicar su responsabilidad a los laboratorios . Agresiones domésticas, abusos, desmadres. El lado menos pensado.