Entre la catarata de cadenas y videos, inmersos en la peste, hay un puñado realmente llamativos: los videntes que, juran ellos, que anticiparon lo que vendría.
Pero, claro, que alguien diga ahora que anticipó la epidemia necesita pruebas. Evidencias. Documentos. Algo palpable que demuestre que realmente vio lo que vio, anticipó lo que anticipó. Es decir, que tiene poderes.
En esa línea de supuestas evidencias, circuló a velocidad virósica un video de una vidente española llamada Nube de María. El video, constaba allí, pertenecía a un programa. Y se había emitido, según constaba en la pantalla, el 24 de diciembre del 2019. Allí la vidente, de pollera corta y vestido de lentejuelas, vaticinaba con un grado de detalle escalofriante lo que iba a venir: el mundo paralizado. El mundo unido para enfrentar un mismo mal. Y hasta el transporte aéreo súbitamente detenido.
“El 2020 es un año para el humano de pérdidas, de angustia, de incertidumbre y de miedos. Habrá un antes y un después porque la tierra va a hacer una reestructuración y nos va a poner en el sitio”, dijo allí, con sonrisa a flor de piel. “El universo lo tiene todo planificado y cuando ve el egoísmo de las personas, que no respetamos a la madre naturaleza ni a los animales ni al oxígeno que respiramos, nos va a castigar. Va a decir ‘no puedo más, en 2020, voy a parar 40 días’. Y esos 40 días van a hacer mucho mal porque habrá muchas pérdidas de nuestros seres queridos”.
Nube daba, en medio del mal augurio, un mensaje esperanzador de renovación y bla bla bla. Y, por supuesto, hasta se ocupaba la producción de poner su contacto de wapp. Pero claro, investigación mediante, se comprobó que aquel video no había sido grabado en esa fecha. Y, de hecho, no había ni registros de tal en la propia página de la vidente –incluso, existía uno donde Nube vaticinaba un 2020 pum para arriba-. Conclusión: cuando el mundo pierde dinero a lo pavote, mientras los presidentes buscan convencer a los empresarios de que perderán –aunque sea un poco-, los videntes están de fiesta. Y luchan por ver quién puede juntar agua para su molino.
La astucia humana no tiene límites. Y si una predicción puede darse por segura es que no importa la peste que venga, ni la esperanza, ni las pérdidas, siempre el ser humano se hará lugar para una mentira más.